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La crianza de nuestros hijos: 6 pasos simples para no enloquecer
De Conexión en la Familia
"La locura es adquirida: la adquirimos de nuestros hijos." Esta conocida frase, que nos provoca una sonrisa entre dientes, tiene un poco de verdad. ¿Quién entre nosotros no ha dicho o pensado, por lo menos una vez en su vida como padre: "este niño me está volviendo loco"? Después de todo, ese pequeño paquete de júbilo no vino con un manual de instrucciones. Ser padres es una tarea para la cual recibimos poco o nada de entrenamiento, lo que hace que tengamos que ir aprendiendo a lo largo del camino con un montón de esfuerzo y errores.
Yo cometí mis propios errores como madre inexperta, pero los 4 años que tuve que estudiar para ser maestra, y los 7 años que pasé enseñando a 32 niños de segundo y primer grado, me han enseñado cómo moldear el comportamiento de los niños. No me llevó mucho tiempo darme cuenta que las estrategias que había usado en el salón de clases también funcionaban con mis propios hijos. Nadie dijo que el ser padres sería fácil, pero no por eso debe enloquecernos, así que a continuación comparto seis pasos que ayudan a conservar la salud como padres.
Paso # 1: Sea listo: construya su casa de ladrillos, nunca de paja. En otras palabras, asegúrese de ser suficientemente fuerte para aguantar el ventarrón de la niñez. He aprendido que los niños necesitan, y merecen, tener padres que los encaminen. Mi primer año en el salón de clases fue un desastre terrible. Estaba tan enfocada en ser amiga de mis alumnos, que fallé en ser una buena líder. El resultado: los niños me gritaron, me patearon y me pasaron por encima. Debido a mi inexperiencia, tenía terror de que los niños se volvieran en mi contra. Después de todo, yo era una buena maestra. Pero, pensando en aquel año me di cuenta que, en realidad, esos niños estaban molestos y asustados. Esperaban que su maestra les pusiera límites, que fuera fuerte, que los protegiera y que se ganara su confianza, y yo los decepcioné.
No sólo no he olvidado esa lección, sino que se ha convertido en mi regla número 1 en cuanto al rol como madre. Cada vez que estoy tentada a ceder a sus inapropiados pedidos o demandas, o a aceptar lo que la mayoría quiere para que mis niños sean felices, o sea, cada vez que quiero hacer lo más fácil, me recuerdo a mí misma este principio: mis niños tienen muchos amigos, pero sólo dos padres. Por lo tanto, debo cumplir mi papel como madre/padre de mi hijo.
Es cierto que construir una casa con ladrillos requiere más tiempo y esfuerzo, pero ese tiempo y esfuerzo extra paga grandes dividendos en términos de seguridad y bienestar. Así que, por amor a sus niños, construya su casa de ladrillos.
Una cosa que los maestros aprenden bien al comienzo de su entrenamiento, es cómo ayudar a los niños a pasar por los momentos de transición, o sea, cuando se termina una actividad y se comienza con otra. De la misma manera, los padres también deben saber manejar las transiciones en el día del niño. Por ejemplo: la hora de comer, la hora de levantarse o acostarse, la hora de jugar y de dejar de jugar, la hora hacer las tareas, la hora de salir de la casa y la hora de regresar nuevamente, etc. Todas estas son transiciones que tienen el potencial de afectar las emociones de los niños... y probar nuestra paciencia. Para no perder la cordura, recomiendo poner en práctica los dos siguientes pasos.
Paso # 2: Permita que reine la rutina. Para los adultos, rutina significa aburrimiento. Pero para el niño, rutina significa seguridad. El niño se siente más cómodo cuando las cosas se hacen siempre de la misma forma. Por ejemplo, dejar la mochila y la ropa para la escuela preparadas la noche anterior puede hacer que las mañanas sean más fáciles; cenar juntos como familia ayuda a reforzar los lazos y la comunicación; abrocharle siempre el cinturón de seguridad cuando va en el automóvil elimina discusiones y garantiza la seguridad del niño; un horario regular para ir a dormir precedido por el mismo ritual (comer y beber algo ligero, baño, cuento, arroparlo y apagar la luz), le ayudará a dormirse con más tranquilidad, etc.
En resumen, la idea es tratar de establecer una rutina para cada una de las transiciones del día, y a la vez estar preparado para una eventual oposición. Un niño que objeta la rutina (y la mayoría lo hará en algún momento) lo hace simplemente para confirmar de que todo está bien en su mundo. Recuerde que usted está hecho de ladrillos.
Paso # 3: El aviso previo de dos minutos no es sólo para el fútbol. Transición significa "cambio", y los niños no saben bien cómo manejar los cambios. No todas las transiciones del día pueden ser aliviadas con la rutina, por lo que es útil que le advierta a su niño cuando un cambio está por venir. Si su hija está demorando con su desayuno, y ya es casi la hora de salir para la escuela, trate de prepararla, diciéndole: "tienes dos minutos más para terminar tu desayuno antes que salgamos". Así sabrá que necesita comenzar a hacer la transición. Esto funciona mucho mejor que diciendo abruptamente: "¡Se acabó, vamos!" De la misma forma, cuando su hijo está jugando en el parque pero usted tiene que volver a casa para preparar la cena, puede decirle: "tienes dos minutos para terminar de jugar antes de irnos a casa".
En cada uno de esos momentos, usted le ha mostrado a su hijo que el cambio está por venir. Al cabo de dos minutos, le dice: "Se terminó el tiempo", y su hijo estará preparado para el cambio. Si su niño tiene problemas con la transición, puede considerar darle un aviso de "cinco minutos" y uno de "dos minutos". Y, una vez más, no se sorprenda si su niño le discute el cambio, ya que esa es su forma de probar su seguridad. Lo que sí es importante es que siempre cumpla con lo que prometió. Si cede a las objeciones y discusiones, el aviso de dos minutos nunca funcionará. Su niño necesita entender que usted siempre cumple lo que dice. ¡Recuerde que usted está hecho de ladrillos!
Una de las desafortunadas consecuencias de las tendencias actuales de nuestra sociedad es que cada vez que los padres piden o esperan algo de sus hijos, se sienten como que están traspasando los derechos de los hijos. Pero ser padres es muy parecido a ser maestro: nuestro trabajo como padres es preparar a nuestros niños para que sepan desenvolverse en el mundo. Si como padres estamos constantemente intercediendo por ellos y protegiéndolos de los problemas de la vida, les estamos haciendo un gran daño. Mucho mejor será si, a través de nuestra guía cariñosa, nuestros hijos aprenden a enfrentar los caprichos de la vida tomando las decisiones correctas.
Paso # 4: Enseñe la verdad sobre las consecuencias. La vida está llena de decisiones, y cada decisión tiene una consecuencia. Algunas consecuencias son automáticas e inherentes: si tocamos el fuego nos quemamos, si corremos frente a un auto en movimiento corremos el riesgo de ser atropellados. Otras consecuencias son determinadas por las autoridades, tales como los maestros, los policías, etc. Como no podemos proteger a nuestros hijos de esta realidad, debemos empezar temprano a enseñarles que las decisiones que toman tienen consecuencias. La vida de estudiante es una serie de decisiones y consecuencias. El niño que golpea a otro probablemente tendrá que estar en penitencia en la oficina del director. El niño que no cumple con la tarea de la escuela quizás se quede sin recreo. Recuerde, nuestros niños eventualmente dejarán la protección del hogar y la relativa seguridad de la escuela, para enfrentar las consecuencias del mundo de adulto. En ese mundo de adultos, las autoridades son los jefes y la policía, y las consecuencias de tomar las decisiones equivocadas son mucho más severas.
Si como padres nos encargamos de darles consecuencias razonables como resultado de las decisiones que han tomado, los estaremos ayudando a prepararse para la vida. Si mi hijo no apaga el televisor ni viene a cenar cuando se le llama, la consecuencia es que no podrá ver televisión por el resto de la noche. Si a mi hija le da un berrinche cuando le digo que es hora de dejar de jugar en el parque para ir a casa, no la llevaré a jugar al parque al día siguiente, y le recordaré por qué. Si mi hijo está de mal humor y pellizca a su hermanito menor, pasará un tiempo en su dormitorio hasta que se calme. Si mi hijo rehúsa recoger sus juguetes al final del día, al día siguiente esos juguetes no estarán disponibles para jugar.
La idea es escoger una consecuencia que sea un resultado natural de las acciones del niño. Asegúrese de ayudar a su niño a tomar las decisiones correctas, diciéndole cuáles son las decisiones posibles y las consecuencias de cada decisión. Hable calmadamente pero con autoridad, y nunca prometa algo que no está dispuesto a cumplir. Por ejemplo: decirle que no le va a dejar mirar televisión por un mes o no ir al parque por el resto del verano, es algo difícil de cumplir. La única forma en que su niño puede aprender acerca de las consecuencias, es cuando las consecuencias de hecho ocurren, así que asegúrese de escoger consecuencias que puede cumplir.
Por otro lado, no lo haga como un castigo para su niño, sino como lo que son: consecuencias naturales de sus decisiones y acciones. De esta forma le estará transfiriendo a él la responsabilidad de sus acciones. Recuérdele de la decisión que tomó y la consecuencia que tuvo, y dígale que la próxima vez que decida puede escoger de tal forma que la consecuencia sea positiva. Si usted es constante con las decisiones y consecuencias, su niño empezará a tomar mejores decisiones, y todos serán más felices.
Paso # 5: Ponga fin a los llantos. Casi nada destruye más rápido la salud mental de un padre que un llanto. Es tan molesto ese sonido, que todos los padres ceden ante el llanto de un niño. Y, desde el punto de vista del niño, el llanto funciona. Entonces, ¿por qué no continuar haciéndolo?
Hay una solución sólida como una roca para alejar a su niño de los ataques de llanto: ¡No responda! Es así de simple. Dígase a usted misma que nunca, ¡pero nunca!, atenderá ningún requerimiento o demanda que empiece con un llanto. Cuando su niño llore, dígale: "Cuando hablas así no te entiendo", o: "Mientras uses ese tono de voz, no oiré lo que digas". Yo tiendo a decir: "Lo siento, pero no puedo ayudarte ahora porque estás llorando. Pregúntame nuevamente con una voz mejor". No necesariamente cumplo con sus requisitos una vez que han terminado de llorar, pero muy rápidamente aprenden que nunca atenderé un pedido hecho durante un berrinche.
Paso # 6: "¿De acuerdo?" Este es un examen para usted: preste atención a la manera en que usted interactúa con su niño, y vea cuántas veces dice: "¿de acuerdo?" al final de sus órdenes. "Ponte tu abrigo, así podemos ir a casa ahora, ¿de acuerdo?" "Es hora de ordenar tus juguetes y alistarte para tomar tu baño, ¿de acuerdo?" A veces parece que, como padres, nos sintiéramos obligados a suavizar la intensidad de una orden directa con la pregunta: "¿de acuerdo?" Cuando hacemos esto, y aunque no nos demos cuenta de ello, en realidad estamos ofreciéndole al niño una elección, lo cual abre la puerta para un enfrentamiento.
Para evitar problemas y ayudar a su niño a entender lo que usted está realmente diciendo, elimine el "¿de acuerdo?" de sus órdenes. "Es hora de prepararte para tomar tu baño". Punto. Si la oración se siente muy dura, trate de terminarla con "¿entiendes?", en lugar de "¿de acuerdo?" Por ejemplo: "Es hora de tomar el baño, ¿entiendes?" Trate de guardar el "¿de acuerdo?", para cuando se trata de la salud del niño.
Recientemente estaba sentada en un parque trabajando en mis artículos, mientras mi hija adolescente jugaba a la pelota. Una multitud de niños de todas las edades estaba alrededor de mí, muchos de ellos siendo correteados por sus padres. De pronto, una escena en particular atrajo mi atención. Un hombre y su hijo, de unos seis años más o menos, bajaron de sus bicicletas y se pararon justo frente a mí. Escuché al padre preguntar: "¿Crema o aerosol?", y asumí que se refería a repelente de mosquitos o a protector solar. "No", dijo el niño, corriendo una corta distancia alejándose de su padre. El padre lo siguió: "¿Crema o aerosol?", le preguntó nuevamente, sosteniendo ambos productos. "No, no quiero ninguno", gritó el niño, arrojándose sobre el pasto y rodando. Observé con deleite cómo el padre calmadamente corrió hacia su hijo y le puso aerosol en un brazo y crema en el otro. Tenía ganas de gritar: "¡Sí!" "¡Este padre lo ha conseguido! ¡Está calmado y confiado; es una casa de ladrillos!" Sin duda alguna, el padre ha mantenido su posición y prosiguió con lo planeado para proteger a su hijo de los insectos o rayos solares. Dejé el parque con un sentimiento muy bueno sobre el futuro de ese niño. Su papá me había inspirado confianza, y puedo imaginar cuán protegido y seguro debe haberse sentido ese niño. Lo mejor de todo es que papá había ganado el respeto de su hijo, y eso le trajo a él mismo algo de cordura en el proceso.
Definitivamente, el ser padres no es nada fácil; es una inmensa responsabilidad y un trabajo sin fin. Pero guiar y moldear el carácter de esos pequeños que tenemos a nuestro cargo es probablemente la tarea más importante y duradera que haremos en nuestras vidas, y debemos ser capaces de disfrutar la experiencia sin volvernos locos en el proceso. Así que, decida qué parte de ser padre/madre lo trastorna, pruebe uno de estos pasos a fin de corregir el problema, y estará encaminado a un futuro más saludable.