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DIOS Y EL FUTURO
Del episodio titulado, InmigraciónSi consideramos lo que la gente pensaba hace años sobre el futuro, nos damos cuenta de cuán difícil es saber lo que nos espera. Por ejemplo, cómo sería hoy nuestro mundo si se le hubiera hecho caso al memorando de la Western Union del siglo XIX que decía: "El teléfono tiene demasiadas deficiencias como para que se considere seriamente un medio de comunicación". O si se le hubiera hecho caso a Ken Olson, quien declaró en 1977: "No hay motivo para que alguien quiera tener una computadora en su casa".
Las predicciones sobre el futuro por lo general son malas adivinanzas. Sin embargo, hay un libro que habla sobre nosotros y sobre el futuro, y que nunca se equivoca: es la Biblia, la Palabra de Dios.
La Biblia enseña a mirar al futuro con confianza: "¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!" (Filipenses 4:13).
También enseña a no malgastar energías y dinero consultando adivinos y hechiceros: "Pues todo proyecto tiene su momento para realizarlo. Pero pesa sobre el hombre un gran problema, y es que éste no sabe lo que va a pasar, ni cuándo pasará, ni hay tampoco nadie que se lo diga" (Eclesiastés 8:6-7).
"Nadie practique la adivinación, ni sea agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni nadie que consulte a los muertos. Al Señor le repugnan todos los que hacen estas cosas, y precisamente por estos actos repugnantes el Señor tu Dios va a expulsar de tu presencia a estas naciones" (Deuteronomio 18:10b-12).
Asimismo enseña lo esencial de la vida y a ser solidarios para crear un mundo mejor: "A los ricos de este siglo mándales que no sean altivos, ni pongan su esperanza en las riquezas, las cuales son inciertas, sino en el Dios vivo, que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos. Mándales que hagan el bien, y que sean ricos en buenas obras, dadivosos y generosos; que atesoren para sí mismos un buen fundamento para el futuro, que se aferren a la vida eterna" (1 Timoteo 6:17-19).
Además, enseña a tener esperanza, a no desfallecer: "Siembra tu semilla en la mañana, y vuelve a sembrarla en la tarde, pues no sabes cuál de las dos siembras será la mejor, o si las dos serán igualmente buenas" (Eclesiastés 11:6).
También enseña a vivir el presente: "Cuando te llegue un buen día, disfruta de él; y cuando te llegue un mal día, piensa que Dios es el autor de uno y de otro, y que los mortales nunca sabremos lo que vendrá después" (Eclesiastés 7:14).
Esencialmente enseña a confiar en Dios: "'Sólo yo sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para su bien, y no para su mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza.' Palabra del Señor." (Jeremías 29:11).
Dice la Biblia: "Del corazón del hombre surgen los planes, pero del Señor proviene la respuesta de la lengua... Encomienda al Señor tus acciones, y tus pensamientos serán afirmados." (Proverbios 16:1-3).
Este pasaje de la Biblia enseña que hay que tener planes, proponerse metas y objetivos. Cuando se tienen metas, las palabras y las acciones son consistentes, consecuentes. Hay mayor orden y se aprecian mejor las potencialidades y posibilidades que se poseen.
Pero hay que diferenciar metas de sueños. Para que se cumplan, las metas necesitan ser específicas, concretas y realistas. Para esto es bueno tomarse el tiempo de pensar y escribir las metas que se quieren alcanzar. Cuando se pone por escrito una idea, el proceso de razonamiento ayuda a definir qué es lo que realmente se quiere y se puede realizar. Si las metas no son realistas, surgen sentimientos de frustración, minusvalía, y desesperanza.
Otra cosa importante es que las metas sean propias, no creadas por el entorno o los mensajes publicitarios. Si no son nuestras, si no creemos realmente que necesitamos lograr determinadas metas, probablemente al poco tiempo dejaremos de trabajar por ellas.
Otra cosa que enseña este texto de la Biblia es a poner los planes en manos de Dios. Esto podemos hacerlo a través de la oración personal en un lugar tranquilo, buscando el momento adecuado para hablar con Dios. También es bueno hacerlo periódicamente, con constancia. Dios nos alienta diciéndonos: "Oren sin cesar" (1 Tesalonicenses 5:17). Esto también es posible hacerlo reunidos con otras personas, para sentirnos acompañados y sumar fuerzas.
Jesucristo dijo: "Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre" (Lucas 11:10).
¿Qué nos gustaría lograr en el futuro? ¿Que desearíamos que ocurra en el ámbito personal, familiar, laboral? Definamos estas y otras metas, y presentémoselas a Dios para que nos guíe a concretarlas.
Desde siempre los seres humanos hemos estado preocupados con el futuro. En ocasiones con el futuro inmediato, como solucionar un problema familiar o concretar un proyecto que tenemos en mente. Otras veces preocupados por el futuro a mediano o largo plazo, como por ejemplo el futuro de nuestro país o el de nuestros hijos.
Pero nuestra influencia sobre el futuro es limitada, y esto cuesta aceptarlo. Nuestra trayectoria en la vida no depende sólo de nuestras acciones, sino también de las circunstancias que permiten, o no, que las mismas se concreten. Los logros y los fracasos de nuestro futuro son el efecto de una suma de cosas.
Lo que hacemos comúnmente con el tiempo es asumir el presente como algo ya determinado por los hechos pasados. También intentamos fugarnos del mismo refugiándonos en la bella época de un tiempo pasado, o evadirnos de la responsabilidad actual, soñando un mundo de fantasía.
Creer en Dios nos permite pensar y actuar diferente, y nos la oportunidad de construir otros caminos para descubrir nuevos destinos.
Vivimos en un tiempo complejo en el que ni siquiera los grandes avances de la ciencia y de la tecnología pueden darnos las respuestas que buscamos. En estos tiempos, Dios nos invita a planificar situaciones nuevas en el presente para llegar a futuros que, además de deseables, estén de acuerdo a Su voluntad.
La Biblia nos anima, diciéndonos: "Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto" (Romanos 12:2).
Finalmente, la Biblia también nos dice que existe un futuro especial, más allá de la muerte física, preparado por Dios para quienes confían en Él: "Hermanos, no queremos que ustedes se queden sin saber lo que pasará con los que ya han muerto, ni que se pongan tristes, como los que no tienen esperanza. Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios levantará con Jesús a los que murieron en él. Les decimos esto como una enseñanza del Señor: Nosotros, los que vivimos, los que habremos quedado hasta que el Señor venga, no nos adelantaremos a los que murieron, sino que el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con trompeta de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que aún vivamos y hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes, para recibir en el aire al Señor, y así estaremos con el Señor siempre. Por lo tanto, anímense unos a otros con estas palabras" (1 Tesalonicenses 4:13-18).