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¿Estás a la defensiva?
Del episodio titulado, ¿Te crees superior?Pregunta
Muchas veces me critican y me dicen que siempre estoy a la defensiva, ¿qué significa eso? Me dan algún buen ejemplo? ¿Por qué una persona se pone a la defensiva, es decir, qué debilidades o defectos puede llegar a tener una persona para siempre estar de esa forma?
Respuesta
En la guerra y en los deportes se suele afirmar que "la mejor defensa es un buen ataque". Y muchas veces aplicamos esta frase a la vida real y a nuestras relaciones interpersonales, sin darnos cuenta de que no tiene cabida. Entonces nos ponemos a la defensiva.
Un ejemplo clásico y bastante cotidiano es el del marido que le comenta a la esposa lo buena que le quedó la comida ese día. Ante ese comentario, ella replica: "¿Qué quieres decir? ¿Insinúas que normalmente no cocino bien?" Ante esta salida, es normal que el hombre se enfade y la escena termine en una discusión o en un silencio glacial.
Estar a la defensiva implica que, ante frases y comportamientos que tienen una impronta neutral o incluso positiva, reaccionamos como si fuesen una amenaza y hacemos saltar la chispa.
¿Por qué?
Las razones que nos llevan a adoptar una actitud defensive
Porque creemos que la actitud de la otra persona es amenazante, que está atacando nuestra integridad personal. Casi siempre la actitud defensiva se erige sobre el miedo a que los demás nos hieran, ya sea porque a lo largo de nuestra vida hemos vivido muchas decepciones, o porque la historia con esa persona no ha sido precisamente un camino de rosas.
En otras ocasiones, la persona se pone a la defensiva simplemente porque está pasando por una situación de mucho estrés y cualquier hecho hace sonar las alarmas. Por supuesto, también hay quienes son recelosos por naturaleza y viven en una atmósfera de desconfianza que no les permite relajarse. En este caso, en el fondo lo que existe es un profundo temor al rechazo y una baja tolerancia a la crítica.
Hay otros casos en los cuales la persona adopta una postura defensiva porque pretende proteger determinado espacio que considera íntimo y que no está dispuesta a ceder. Es algo que se aprecia fundamentalmente en las relaciones de los adolescentes con sus padres, en las personas que sufren una adicción o en las parejas que recién han comenzado una vida juntos.
Otra razón que lleva a muchas personas a estar a la defensiva es la existencia de un resentimiento hacia el otro. Esta actitud se aprecia mucho entre las parejas, cuando ambos luchan por controlar la situación e imponer su punto de vista. En estos casos, se comprenden las relaciones interpersonales como una lucha de poder donde uno gana y el otro pierde, sin términos medios ni posibilidades para la negociación.
En el fondo, la actitud defensiva esconde a una persona insegura. Además, envía la señal de que somos cerrados de mente y respondemos de manera exagerada y emocional ante las situaciones, lo cual no nos ayuda a construir relaciones sanas ni en el ámbito privado ni en el profesional.
¿Cómo saber si estás a la defensiva?
A menudo, cuando le decimos a alguien que está a la defensiva, lo toma como una ofensa y lo niega rotundamente. De hecho, solemos adoptar esta actitud sin darnos cuenta, porque estamos demasiado sumergidos en la historia que gira en nuestra mente por lo que no logramos ver con claridad lo que sucede en el mundo real.
Algunos indicios que te indicarán que estás asumiendo esta actitud son:
- Empiezas a hablar rápidamente, sin darle tiempo a la otra persona a explicar sus puntos de vista.
- No te detienes a escuchar lo que el otro dice, sino que estás procesando todos tus argumentos en contra.
- Utilizas justificaciones que no son del todo ciertas pero que eliminan tu cuota de responsabilidad en el asunto.
- Percibes que la otra persona es un enemigo a derribar.
- Haces de la palabra "pero" tu vocablo favorito, de manera que la mayoría de tus frases comienzan con ella.
- Respondes a una crítica personal escudándote detrás de los errores de los demás y comparándote con ellos.
- Usas el sarcasmo para devaluar a la otra persona.
- No pides explicaciones cuando no comprendes, sino que asumes lo que el otro quiere decir.
- Te sientes continuamente tenso e irritado, como si la vida cotidiana fuera una lucha.
Estar a la defensiva es una señal de que necesitas detenerte en el camino y revalorar cómo has llegado a ese punto. Esa actitud te limita como persona y afecta a quienes están a tu alrededor, porque siempre terminas atacándoles.
7 cambios imprescindibles para dejar de estar a la defensive
Ser consciente de que estamos a la defensiva es el primer paso pero sin duda no basta para erradicar esta actitud. Por tanto, es importante que estés dispuesto a cuestionarte si realmente logras algo con esa actitud o si, al contrario, es un obstáculo para tus relaciones interpersonales y tu crecimiento. Si continúas buscando excusas para tu actitud defensiva, es que aún no estás dispuesto a cambiar, tienes demasiados recelos y miedos como para adoptar una actitud más abierta y dispuesta al diálogo. Sin embargo, si ya has comprendido que estar a la defensiva no conduce a ningún sitio, entonces estás preparado para el cambio.
1. Asume que las personas no son adversarios. Es importante que comprendas que las relaciones interpersonales no son una batalla. Cuando asumes una conversación pensando que habrá un ganador y un perdedor te pondrás a la defensiva porque, obviamente, no quieres ser quien pierda. Pensar que solo están intercambiando puntos de vista que te pueden enriquecer te permitirá adoptar una actitud más relajada y abierta a las ideas del otro. "Por eso, amados hermanos míos, todos ustedes deben estar dispuestos a oír, pero ser lentos para hablar y para enojarse" (Santiago 1:19)
2. Cuando no comprendas el mensaje, pregunta. No te bases en suposiciones, porque estas se sustentan en tu visión que no siempre coincide con la de la otra persona. Cuando no entiendas alguna frase o un comportamiento te resulte extraño, en vez de sacar conclusiones, pregúntale a la persona qué ha querido transmitir. "Sean justos en sus juicios, y no juzguen según las apariencias" Juan 7:24
3. Mantén las emociones bajo control. A menudo las personas que están siempre a la defensiva son muy emocionales, por lo que reaccionan exageradamente ante los estímulos del medio. Aprender a dominar nuestras emociones es algo en lo que debemos trabajar día a día. Para lograrlo hay aspectos fundamentales que debemos tener presentes:
a. Intimidad con Dios: Cuando entramos a su presencia, dejamos que Él nos hable, nos moldee y nos reconforte. Ese es el lugar de donde nunca sales igual. Tu confianza prontamente se ve influenciada por su Palabra y por su poder, así que no importa lo que pueda venir pues tú estás confiando en que Él hará su perfecta voluntad en ti.
b. Dominio Propio: Dios nos ha dado un espíritu de dominio propio, pues sabe que lo necesitamos para poder vivir en santidad y crecer espiritualmente: "Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio." 2 Timoteo 1:7
Solamente dependiendo del Espíritu Santo podremos obtener la victoria sobre las emociones negativas y llegar a ser personas llenas del gozo y la paz del Señor.
4. Desarrolla tu autoestima. En la base de una actitud defensiva se suele esconder una profunda sensación de inseguridad, la creencia de que seremos pisoteados a priori. Cuando tenemos una autoestima sana y nos sentimos seguros de nuestras capacidades solemos adoptar una actitud más abierta y receptiva.
5. Toma las críticas como lineamientos para mejorar. Las personas que están a la defensiva a menudo les temen a las críticas porque las comprenden como si fuera un ataque a su integridad. Es cierto que hay personas que no saben expresar asertivamente una opinión negativa, pero puedes pasar por alto el cómo lo dice para centrarte en el mensaje. ¿Tiene el mensaje algún valor que te permitirá subsanar un error y crecer como persona? Siempre recuerda esto: "Examínenlo todo, retengan lo bueno" (1Tes.5:21).
6. Desarrolla la confianza. Estar a la defensiva implica, de alguna forma, tener una visión pesimista del mundo pensando que todos están en nuestra contra. No se trata de asumir una actitud simplista y bonachona, sino simplemente de darles la oportunidad de que expresen realmente quiénes son y qué quieren, sin que les cortemos las alas antes de que hayan volado.
Por lo demás, hermanos, piensen en todo lo que es verdadero, en todo lo honesto, en todo lo justo, en todo lo puro, en todo lo amable, en todo lo que es digno de alabanza; si hay en ello alguna virtud, si hay algo que admirar, piensen en ello (Filipenses 4:8).
Amados, no crean a todo espíritu, sino pongan a prueba los espíritus, para ver si son de Dios (1 Juan 4:1).
Es decir seamos lentos en responder, primero oigamos, oremos y probemos con que espíritu viene la persona. NO PREJUZGUEMOS.
7. Relájate. El estrés, la tensión y los conflictos pueden hacer que te pongas a la defensiva. Es normal, porque cuando estamos en esta situación nuestro cerebro no es capaz de evaluar con mucha precisión los detalles de las situaciones y responde de manera más impulsiva, generando una respuesta de ataque o huida. "La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No dejen que su corazón se turbe y tenga miedo" (Juan 14:27).
Es obvio que estos cambios no ocurrirán de un día para el otro. Pero si te mantienes de la mano de Dios, permitiendo que Él renueve día en día tu manera de pensar, podrás ser libre de estar a la defensiva. Dios te bendiga.
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