A todos se nos presentan situaciones difíciles; eso es parte de la vida, mi amigo. Por ejemplo, para un obrero es un problema serio perder su trabajo. Y también lo es para un niño perder su juguete. Cuando estas situaciones se presentan, nos cuesta mantener la calma y nos inquietamos. La verdad es que eso es de humanos. Quiero pedirte que si hoy te encuentras frente a una situación difícil, hagas un alto y escuches lo que te dice la Biblia en Filipenses 4:6:
No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego,
presenten sus peticiones a Dios y denle gracias.
Mi amigo, presenta tu petición al dador de la vida. Acude con ella ante tu Creador y dale gracias.
Todo tiene su tiempo
Hay personas que no pueden decir que no a las demandas de los demás. Aun cuando tienen demasiadas cosas que hacer, aceptan responsabilidades que serán muy difícil poder cumplir a cabalidad. Aunque tengas muchos deseos de ayudar, hay una limitación física que no se puede violar y que se llama tiempo. La Biblia nos dice en Eclesiastés 3 (1-2)
Todo tiene su tiempo. Hay un momento bajo el cielo para toda actividad: El momento en que se nace, y el momento en que se muere; el momento en que se planta, y el momento en que se cosecha.
Amigo mío, no está mal decir "no puedo". Muchas veces debemos hacerlo para poder compartir, disfrutar y saborear la vida que el Señor nos está permitiendo vivir.
La fuerza de Dios
Los problemas y las situaciones difíciles en nuestra vida nos llevan a desconfiar que el Señor está con nosotros. No sé como hayas despertado esta mañana, pero si ha sido con una preocupación por un problema que tengas o con temor por lo que pueda pasar en este día, ¡no te desanimes! Puedes confiar que el Señor siempre estará contigo. Isaías 41 (10) te dice:
No tengas miedo, que yo estoy contigo; no te desanimes, que yo soy tu Dios. Yo soy quien te da fuerzas, y siempre te ayudaré; siempre te sostendré con mi justiciera mano derecha.
Ánimo, amigo, que vas a salir adelante. Enfrenta cada día con una actitud positiva, creyendo que el Señor Jesús estará contigo todos los días hasta el fin. Él cumple sus promesas.
Tener paciencia
Dios quiere que seamos más pacientes. La paciencia es uno de los nueve frutos del Espíritu mencionados en el capítulo cinco de Gálatas. Pero es un fruto de crecimiento muy lento que prospera mejor en el suelo de los problemas y las pruebas. En la carta de Santiago 1:2-4, leemos:
Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando estén pasando por diversas pruebas.
Bien saben que, cuando su fe es puesta a prueba, produce paciencia.
Pero procuren que la paciencia complete su obra,
para que sean perfectos y cabales,
sin que les falta nada.
Sabiendo que Dios siempre está obrando en tu vida, te invito a que le pidas que te enseñe y ayude a tener paciencia y a confiar en que se haga Su voluntad en todo momento de tu vida.
Los límites de Dios
Todos necesitamos conocer los límites de lo que es seguro y aceptable. Funcionamos mejor como padres y nuestros hijos prosperan cuando tienen en claro sus límites y comprenden las consecuencias de no seguirlos. De la misma forma, como Padre amoroso que es, Dios establece para nosotros las reglas para el éxito en la vida y recompensa a quienes las honran. En el libro de Josué 1:8, Dios nos dice:
Procura que nunca se aparte de tus labios este libro de la ley.
Medita en él de día y de noche, para que actúes de acuerdo con todo lo que está escrito en él.
Así harás que prospere tu camino, y todo te saldrá bien.
Te invito a que le des gracias a Dios por cuidar de tu bienestar, guiándote a través de Su palabra sobre lo que debes y no debes hacer.
Los sentimientos y la fe
Por lo general, nuestros sentimientos no están en sintonía con lo que es mejor para nosotros, sino que prefieren salirse con la suya. Por ello es que gastamos dinero que no tenemos, comemos cosas que no debemos, nos acostamos tarde aun cuando sabemos que debemos levantarnos temprano al otro día. Es que nuestros sentimientos son inconstantes: cambian como el viento. Sin embargo, como creyentes, tenemos algo mejor en que confiar: en la Palabra de Dios. Jeremías 17:9 nos dice:
El corazón es engañoso y perverso, más que todas las cosas.
¿Quién puede decir que lo conoce?
Dios nos conoce totalmente y está dispuesto a darnos un corazón nuevo a través de su palabra. Te invito a que le pidas a Dios que te ayude a confiar cada día más en Él y menos en tus sentimientos.