Dios nos da alimento y suple nuestras necesidades materiales sin necesidad de nuestra oración. Pero cuando oramos: "el pan nuestro de cada día dánoslo hoy", estamos pidiendo que nos guíe a reconocer que es Él quien nos lo da, a recibirlo con acción de gracias y a confiar en que Él provee lo que necesitamos cada día sin que nos preocupemos por el futuro. Mateo 6:34 nos recuerda:
Así que, no se preocupen por el día de mañana,
porque el día de mañana traerá sus propias preocupaciones.
¡Ya bastante tiene cada día con su propio mal!
Sabiendo que Dios suple todas nuestras necesidades, materiales o no, que podamos tener en esta vida en el mundo, te invito hoy a que te acerques a Él en oración y le agradezcas por su infinita provisión en tu vida y en la vida de tus seres queridos.
Que se haga tu voluntad
La voluntad de Dios, buena y misericordiosa, se hace sin necesidad de nuestra oración, pero cuando oramos "hágase tu voluntad así en el cielo como en la tierra", estamos pidiendo que la voluntad de Dios se haga en nosotros. Jesús nos dice en Juan 6: 40a:
Y ésta es la voluntad de mi Padre:
Que todo aquel que ve al Hijo y cree en él, tenga vida eterna.
Te invito a que le pidas hoy a Dios en oración que haga su voluntad en tu vida y que destruya e impida todo plan malvado del diablo, del mundo y de tu propia carne que quieran evitar que santifiques su nombre y que venga a ti su reino. Pídele que te fortalezca y te mantenga firme en su Palabra y en la fe.
Venga tu reino
El reino de Dios viene sin necesidad de nuestra oración, pero cuando oramos "vénganos tu reino", estamos pidiendo que se establezca también entre nosotros de modo que su Palabra mantenga su poder entre nosotros y que su nombre sea alabado a través de nuestra vida. Romanos 14:17 nos recuerda:
Porque el reino de Dios no es cuestión de comida ni de bebida,
sino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
Hoy te invito a que le pidas a Dios que a través del Espíritu Santo te afirme en su Palabra para que ella viva en ti, de tal manera que el reino de Cristo se siga expandiendo en este mundo, alcanzando a muchos más que aún no le conocen.
Su santo Nombre
"Santificado sea tu nombre". El nombre de Dios ya es santo en sí mismo, pero en esta petición le pedimos a Dios que sea santificado también entre nosotros. Santificamos el nombre de Dios cuando vivimos conforme a su Palabra como hijos suyos. En Juan 17:17-19 Jesús oró por nosotros, diciendo:
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Tal como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
Y por ellos yo me santifico a mí mismo,
para que también ellos sean santificados en la verdad.
A través del sacrificio de Jesús somos libres para santificar el nombre de Dios y vivir de acuerdo con su Palabra, dándole así la gloria que Él se merece para que muchos más también crean en Él.
Como hijos de Dios
"Padre nuestro que estás en los cielos". Con estas palabras que Jesús nos dio para hablar con el Padre, Dios quiere atraernos cariñosamente para que recordemos que él es nuestro verdadero Padre y que nosotros somos sus verdaderos hijos. Por lo tanto, podemos hablar con Él con valor y plena confianza, como hijos amados del Padre celestial. Romanos 8:15-16 nos recuerda:
Pues ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice nuevamente al miedo,
sino que han recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Dios te ama y quiere que estés en comunión con Él a través de la oración, con plena confianza y sin temor. Él te está esperando. Habla hoy con tu Padre celestial.
El Espíritu Santo nos ayuda
Dios siempre escucha las oraciones de sus hijos y las contesta a su tiempo. Podemos orar en todo lugar, ya sea que estemos solos o con nuestras familias, en la iglesia o en la casa. Dios espera que nos acerquemos a él regular y frecuentemente, tanto en los momentos alegres como en los tiempos de aflicción, sabiendo que el Espíritu Santo ora con nosotros y por nosotros. La Biblia nos dice en Romanos 8:26-27:
Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda.
Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros,
y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo.
Te invito a que hoy te tomes un tiempo para hablar con Dios.