Para tener éxito en la vida necesitamos rodearnos de personas sabias y competentes. Pero a veces no lo hacemos por miedo, o porque los demás son más inteligentes o experimentados que nosotros, o porque confrontan nuestros puntos de vista. Es por ello que en Proverbios 11:14, Dios nos dice:
Sin liderazgo sabio, la nación se hunde; la seguridad está en tener muchos consejeros.
Hoy te invito a que escuches y evalúes lo que te dicen esos consejeros, y a que le agradezcas a tu Padre celestial por las personas maravillosas que Él pone en tu camino para que puedas aprender y crecer más en Él.
Heridas sanadas
¿Tienes heridas en tu vida que te aturden, que te perturban, que te sangran y te hacen apartarte de los demás? Si es así, tengo una buena noticia para darte: Jesús venció en la cruz para darnos su paz y sanar nuestras heridas, perdonando nuestros pecados y dándonos fuerzas para perdonar a quienes nos las causaron. Isaías 53:5 nos dice:
[Jesús] será herido por nuestros pecados; ¡molido por nuestras rebeliones!
Sobre él vendrá el castigo de nuestra paz, y por su llaga seremos sanados.
Hoy te invito a que le pidas a Dios que, a través de Jesús, sane tus heridas y cicatrices y te llene de su perdón y amor para que puedas vivir a pleno la vida que Él te ha dado.
El cuidado de Dios
Comenzamos cada día esperando no tener problemas y confiando en que se cumplirán nuestras expectativas y deseos. Pero no siempre es así. El diablo es un enemigo real que hace todo lo posible por causarnos desánimo, miedo y fracaso. Sabiendo esto, escucha lo que nos dice el Salmo 91:9-11:
Por haber puesto al Señor por tu esperanza, por poner al Altísimo como tu protector,
no te sobrevendrá ningún mal, ni plaga alguna tocará tu casa.
El Señor mandará sus ángeles a ti, para que te cuiden en todos tus caminos.
Y si Dios está contigo, nada ni nadie podrá hacerte mal. Confiando en estas palabras, puedes enfrentar cada día con la seguridad de que vives bajo la protección de Dios. Te invito a que le pidas hoy a Dios que te ayude a confiar cada vez más en Él.
Contra la corriente
¡Qué bendición es recordar en esta Semana Santa cuando Jesús, movido por su inmenso amor, se dispuso a transitar el camino que haría posible nuestra reconciliación con Dios! Haciendo esto, Jesús fue contra la corriente arrastradora de este mundo y su pecado. Hebreos 12:2-3 nos exhorta:
Fijemos la mirada en Jesús, el autor y consumador de la fe,
quien por el gozo que le esperaba sufrió la cruz y menospreció el oprobio,
y se sentó a la derecha del trono de Dios.
Por lo tanto... no se cansen ni se desanimen.
Es mi oración que su sacrificio en la cruz por ti no haya sido en vano. Para ello, te animo a que lo sigas en cada momento de tu vida, aun cuando eso signifique ir contra la corriente.
Para servir
¿Qué pasaría si trataras de tomar un caldo con un tenedor? ¡Sería un desastre! Lo mismo sucede con la vida. Si esperas ser feliz buscando poder, estatus o logros, ¡va a ser un desastre! Escuchemos lo que Jesús les dice a sus discípulos en Marcos 10:43-45:
"... aquel de ustedes que quiera hacerse grande será su servidor,
y aquel de ustedes que quiera ser el primero, será su esclavo.
Porque ni siquiera el Hijo del Hombre vino para ser servido,
sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos."
Si el Hijo de Dios vino para servir y no para ser servido, cuánto más nosotros debemos seguir su ejemplo. Pidámosle hoy a Dios que cambie nuestro corazón egoísta por un corazón servicial que esté dispuesto a vivir para los demás.
El amor de Dios
Quizás has escuchado muchas veces la descripción del amor perfecto en 1 Corintios 13:4-7, donde dice:
"El amor es paciente y bondadoso; no es envidioso ni jactancioso, no se envanece;
no hace nada impropio; no es egoísta ni se irrita; no es rencoroso; no se alegra de la injusticia,
sino que se une a la alegría de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta."
Pero, ¿alguna vez has amado de esa manera? Dios te ama con ese amor perfecto y te ha dado la capacidad de amar también a quienes te rodean. Hoy te reto a que te propongas llevar un estilo de vida de amor. Te reto a que te atrevas a amar con el amor que Dios te ha dado, que es el amor con el cual Él te ama.