El reino de Dios viene sin necesidad de nuestra oración, pero cuando oramos "vénganos tu reino", estamos pidiendo que se establezca también entre nosotros de modo que su Palabra mantenga su poder entre nosotros y que su nombre sea alabado a través de nuestra vida. Romanos 14:17 nos recuerda:
Porque el reino de Dios no es cuestión de comida ni de bebida,
sino de justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo.
Hoy te invito a que le pidas a Dios que a través del Espíritu Santo te afirme en su Palabra para que ella viva en ti, de tal manera que el reino de Cristo se siga expandiendo en este mundo, alcanzando a muchos más que aún no le conocen.
Su santo Nombre
"Santificado sea tu nombre". El nombre de Dios ya es santo en sí mismo, pero en esta petición le pedimos a Dios que sea santificado también entre nosotros. Santificamos el nombre de Dios cuando vivimos conforme a su Palabra como hijos suyos. En Juan 17:17-19 Jesús oró por nosotros, diciendo:
Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.
Tal como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo.
Y por ellos yo me santifico a mí mismo,
para que también ellos sean santificados en la verdad.
A través del sacrificio de Jesús somos libres para santificar el nombre de Dios y vivir de acuerdo con su Palabra, dándole así la gloria que Él se merece para que muchos más también crean en Él.
Como hijos de Dios
"Padre nuestro que estás en los cielos". Con estas palabras que Jesús nos dio para hablar con el Padre, Dios quiere atraernos cariñosamente para que recordemos que él es nuestro verdadero Padre y que nosotros somos sus verdaderos hijos. Por lo tanto, podemos hablar con Él con valor y plena confianza, como hijos amados del Padre celestial. Romanos 8:15-16 nos recuerda:
Pues ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice nuevamente al miedo,
sino que han recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Dios te ama y quiere que estés en comunión con Él a través de la oración, con plena confianza y sin temor. Él te está esperando. Habla hoy con tu Padre celestial.
El Espíritu Santo nos ayuda
Dios siempre escucha las oraciones de sus hijos y las contesta a su tiempo. Podemos orar en todo lugar, ya sea que estemos solos o con nuestras familias, en la iglesia o en la casa. Dios espera que nos acerquemos a él regular y frecuentemente, tanto en los momentos alegres como en los tiempos de aflicción, sabiendo que el Espíritu Santo ora con nosotros y por nosotros. La Biblia nos dice en Romanos 8:26-27:
Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda.
Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros,
y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo.
Te invito a que hoy te tomes un tiempo para hablar con Dios.
Y cuando oren
Cuando alguien nos hiere, nuestra respuesta natural es devolverle el daño o esperar que sufra por lo que nos ha hecho. Sin embargo, como hijos de Dios sabemos que esa es la respuesta incorrecta. Es entonces cuando descubrimos que perdonar a alguien no es algo natural ni fácil: requiere gracia sobrenatural de nuestra parte. ¿De dónde la sacamos? ¡A través de la oración! En Marcos 11:25, Jesús nos dice:
Y cuando oren, si tienen algo contra alguien, perdónenlo,
para que también su Padre que está en los cielos
les perdone a ustedes sus ofensas.
Recordar la gracia de Dios hacia ti no te deja más remedio que extender esa misma gracia hacia alguien que te lastima. Entonces, si tienes el deseo de perdonar a alguien, anímate: el Espíritu Santo ya ha hecho la mitad del trabajo.
La fe
La Biblia dice que la fe es "la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve" (Hebreos 11: 1). La fe no es una esperanza vacía, o una confesión de algo que queremos que sea verdad. Tener fe es reconocer algo que ya es una realidad a pesar de que todavía no se puede ver. En Romanos 10:17, Pablo nos dice:
Así que la fe proviene del oír, y el oír proviene de la palabra de Dios.
La fe afirma lo que ya existe y confía en lo que Dios ha prometido en su Palabra, sabiendo que en su tiempo sucederá porque es su voluntad. Hoy te invito a que conozcas más al creador de la fe a través de la lectura y estudio de su Palabra.