Aunque no nos guste, especialmente en nuestra niñez, la disciplina es necesaria. ¿Qué es disciplinar? Disciplinar no es castigar o agredir física, emocional o verbalmente, sino mostrarle al niño el camino correcto y orientarlo para que respete y obedezca las leyes de Dios y de los hombres. Escucha lo que dijo el sabio rey Salomón:
"No corregir al hijo es no quererlo; amarlo es disciplinarlo".
Proverbios 13:24
¿Le pones límites a tu hijo, o permites que haga lo que quiera? ¿Te aseguras que cumpla con sus responsabilidades en la escuela y en el hogar? Recuerda que es bíblico corregir y disciplinar a los hijos, estableciendo límites con amor. Pídele a Dios que, al igual que a Salomón, te de la sabiduría necesaria para hacerlo de acuerdo a Su voluntad.
Saberse amado
El saberse amado es quizás la necesidad más grande del ser humano. Si sientes que no te han amado como hubieras querido, tengo buenas noticias para darte: Dios si te ama así como eres, con tus defectos y virtudes. Él quiere que tengas una vida abundante, llena de gozo, paz y amor.
Contrariamente al amor humano, el amor de Dios no depende ni cambia de acuerdo a nuestro comportamiento. Es por ello que no tienes que esperar ser perfecto para acercarte a Dios, pues su amor es perfecto y misericordioso. Así lo dice el apóstol Pablo:
"Pero Dios muestra su amor por nosotros en que,
cuando aún éramos pecadores,
Cristo murió por nosotros".
Romanos 5:8
Amigo, te invito a que pongas tu mirada en Jesús, quien te ama y te amará hasta la eternidad.
Ser aceptado
Todos queremos sentirnos aceptados y no criticados. Aceptar a alguien significa respetar sus sentimientos y personalidad sin aprobar ningún mal comportamiento, y mostrar amor en todo tiempo. ¿Qué podemos hacer para que quienes nos rodean sientan que son aceptados por nosotros y por Dios? Amarlos así como Dios nos ama a nosotros. El apóstol Pedro dice:
"Ahora comprendo que para Dios todos somos iguales.
Dios ama a todos los que lo obedecen, y también a los
que tratan bien a los demás y se dedican a hacer lo bueno,
sin importar de qué país sean".
Hechos 10:34-35
¿Qué tal si te propones conocer más a quienes te rodean? ¿Cómo crees que se sentirían al saber que les importas?
Principios para la vida
Orar es sencillamente hablar con Dios. Él siempre escucha nuestras oraciones y siempre las responde: a veces con un sí, otras con un no y otras con un todavía no. Como hijos obedientes y maduros, podemos aceptar las respuestas de Dios sin hacer pataletas, confiando en la promesa que nos hace Jesús:
"Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo."
Mateo 28.20
Es mi oración que esta promesa de Dios te anime todos los días a hablar con él confiadamente, sabiendo que, pase lo que pase, Jesús siempre está a tu lado.
¿A quién debemos ayudar?
Nunca es fácil atravesar por un problema, una enfermedad o una limitación que se sale de nuestro alcance. Nuestro primer impulso es pedirle a Dios que nos quite la aflicción. Sin embargo, son los momentos difíciles los que nos hacen fuertes. Escuchemos el testimonio del apóstol Pablo:
"Sé vivir con limitaciones, y también sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado,
tanto para estar satisfecho como para tener hambre, lo mismo para tener abundancia que
para sufrir necesidad; ¡todo lo puedo en Cristo que me fortalece!"
Filipenses 4:12-13
Aferrado a Cristo, toda tormenta de la vida te hará más fuerte para seguir adelante. Que la esperanza cierta que Dios nos da en su Palabra nos sostenga hasta el final.
¿Qué significa ayudar?
Se dice que los ojos son nuestra ventana al mundo, ya que a través de ellos disfrutamos de la hermosa creación de Dios. También son una herramienta que nos permite enfocarnos con precisión, aunque fácilmente pueden enfocarse incorrectamente. En su carta a los efesios, el apóstol Pablo nos dice:
"... hemos sido creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras,
las cuales Dios preparó de antemano para que vivamos de acuerdo con ellas."
Efesios 2:10
Pidámosle a Dios que nos ayude a dejar de mirarnos a nosotros mismos para enfocarnos en la razón por la cual fuimos creados, esto es, responder al llamado de Dios de hacer el bien a quienes nos rodean.