Cuando el rencor nos lleva a querer tomar las cosas por nuestra cuenta y vengarnos, en vez de buscar la solución divina, lo que estamos haciendo es poniéndonos por encima de Dios. Solamente cuando reconocemos que a pesar de las circunstancias el rencor es un pecado contra Dios, somos movidos a confesarlo y recibimos perdón. El apóstol Pablo nos dice muy claramente en Efesios 4:30:
el día de la redención. Desechen todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias,
y todo tipo de maldad. En vez de eso, sean bondadosos y misericordiosos,
y perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
¿Quién tiene la culpa de nuestro rencor?
Cuando guardamos rencor, sentimos que nosotros somos la víctima y lo más probable es que le echemos la culpa a la persona que nos ofendió, o hasta a veces al mismo Dios. Cuántas veces hemos dicho o pensado: "¿Dónde estaba Dios cuando me sucedió esto?", o "¿Por qué permitió Dios que me pasara esto a mí?"
Como con tantas otras cosas, en el caso del rencor más vale prevenir que curar. Para ello, la propuesta es buscar la paz y la santidad en la vida. Como nos dice la Palabra de Dios:
porque los que no son santos no verán al Señor. Hebreos 12:14
El rencor y la venganza
Cuando sentimos rencor por algún mal que se nos ha hecho, es muy común que queramos vengarnos. Pero si lo hacemos, lo más probable es que compliquemos más las cosas. La Biblia nos dice:
porque está escrito: «Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor.»
Romanos 12:19
Dios no se hará cargo de la situación hasta tanto la dejemos en sus manos, y no podemos esperar tener nosotros la solución que solamente un Dios soberano puede llevar a cabo. Así es que:
Si así lo hacemos, haremos que éste se avergüence de su conducta." Romanos 12:20
El éxito y las prioridades de Dios
Por más que la sociedad opine diferente, tener éxito en la vida no significa tener mucho dinero ni ser famoso. Nadie es exitoso simplemente porque le va bien en los negocios o en su profesión.
El apóstol Pablo escribió: "... estimo todo como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor" (Filipenses 3:8). Es que las bendiciones temporales pierden su brillo cuando nos encontramos con Aquél que bendice. Escuchemos lo que Jesús nos dice:
y todas estas cosas les serán añadidas. Mateo 6:33
Hoy te invito a que evalúes las cosas que buscas en tu vida, para asegurarte que tus prioridades están de acuerdo con las prioridades de Dios.
Excelencia: Un estilo de vida
En la Biblia, Dios estableció un modelo de excelencia para mostrarnos que se puede vivir una vida distinta: una vida de excelencia. Para ello nos dio el poder de su Palabra y la guía, enseñanza y consuelo de su Espíritu Santo.
Cuando la excelencia es un compromiso constante en nuestro camino, impactamos y atraemos a quienes nos rodean, haciendo realidad las palabras de Jesús en Mateo 5:16 que dice:
sus buenas obras y glorifiquen a su Padre, que está en los cielos.
¿Es suficiente la luz que alumbras para que quienes te observan den gloria a Dios?
Equilibrio: Todo tiene su tiempo
Si bien las cosas espirituales son las más importantes, no es menos cierto que Dios espera que cuidemos no solamente de nuestro espíritu, sino también del alma y cuerpo que nos ha dado. Pero, aún así, no debemos descuidar el tiempo que debemos dedicar a la familia, al estudio y trabajo, a las relaciones sociales, el descanso, etc., porque aunque "no somos del mundo", como dijo Jesús, sí estamos en el mundo.
Escucha lo que nos dice la Biblia al respecto, a través de las palabras del Rey Salomón en Eclesiastés 3:1:
Te invito a que, en oración, le pidas a Dios que te muestre los cambios que necesitas hacer para que tu vida tenga equilibrio, y luego te ayude a concretarlos.