¿Cómo te estás preparando para celebrar la Navidad? ¿Estás tan ocupado con todos los preparativos que no tienes tiempo para siquiera pensar en su verdadero significado? Recuerda que en la Navidad celebramos lo que Dios hizo para enviar a su Hijo a restaurar nuestra relación con Él y con nuestros seres queridos. La Biblia nos dice:
"... en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo,
sin tomarles en cuenta sus pecados..." (2 Corintios 5:19).
Hoy te invito a que aproveches estos días que faltan hasta la celebración de la Navidad, para hacer un alto en tu camino y agradecerle a Dios por la reconciliación que hizo posible a través de su hijo Jesucristo, y pedirle que te ayude a vivir en ese espíritu de reconciliación con quienes te rodean.
Escoge hoy a quién servir
Cuando Moisés murió, Dios le dijo a Josué que no se apartara de la ley, que meditara en ella día y noche, y que la compartiera. Poco antes de morir, Josué convocó a los líderes de las tribus de Israel y, luego de recordarles todo lo que Dios había hecho por ellos, les dijo:
Pero si no les parece bien servirle, escojan hoy a quién quieren servir...
Por mi parte, mi casa y yo serviremos al Señor. Josué 24:14-15
Hoy te invito a que hagas un inventario de todas las bendiciones que has recibido de Dios a lo largo de tu vida, y si aún no lo has hecho, escojas hoy a quién servir. Dice la Biblia en el Salmo 103:2: "Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí." (NTV)
¿A quién obedeces?
La manera en que decidimos conducir nuestra vida nos llevará al éxito o al fracaso, a la alegría o la desdicha. Pero Dios no nos creó para que vivamos en desdicha y angustias, sino con un propósito claro y coherente con su amor por nosotros: para ser bendecidos y de bendición. La Biblia nos enseña lo que debemos hacer para cumplir ese propósito. Nos dice en Deuteronomio 30:19-20:
Escoge, pues, la vida, para que tú y tu descendencia vivan; y para que ames al Señor tu Dios,
y atiendas a su voz y lo sigas, pues él es para ti vida y prolongación de tus días.
Pídele a Dios, pídeselo de corazón, que te ayude a elegir siempre la vida que él te ofrece.
Decisiones sabias
Cuando nos enfrentamos con decisiones importantes muchas veces nos sentimos confundidos, con más preguntas que respuestas, con dudas y temores, sin saber qué rumbo tomar. La Biblia nos da el siguiente consejo:
pues Dios se la da a todos en abundancia y sin hacer ningún reproche. Santiago 1:5
La sabiduría de Dios la tenemos siempre a nuestro alcance. Solamente tenemos que pedírsela a Él través de la oración. De Él, y solamente de Él, viene nuestro socorro y ayuda. Solamente de él vamos a recibir la respuesta que será de bendición para nuestra vida.
Dirígete hoy a Dios en oración y pídele que te de la sabiduría necesaria para las decisiones que tienes que tomar en tu vida. ¡No las tomes sin que Él te dirija!
Nuestro rencor y Dios
Cuando el rencor nos lleva a querer tomar las cosas por nuestra cuenta y vengarnos, en vez de buscar la solución divina, lo que estamos haciendo es poniéndonos por encima de Dios. Solamente cuando reconocemos que a pesar de las circunstancias el rencor es un pecado contra Dios, somos movidos a confesarlo y recibimos perdón. El apóstol Pablo nos dice muy claramente en Efesios 4:30:
el día de la redención. Desechen todo lo que sea amargura, enojo, ira, gritería, calumnias,
y todo tipo de maldad. En vez de eso, sean bondadosos y misericordiosos,
y perdónense unos a otros, así como también Dios los perdonó a ustedes en Cristo.
¿Quién tiene la culpa de nuestro rencor?
Cuando guardamos rencor, sentimos que nosotros somos la víctima y lo más probable es que le echemos la culpa a la persona que nos ofendió, o hasta a veces al mismo Dios. Cuántas veces hemos dicho o pensado: "¿Dónde estaba Dios cuando me sucedió esto?", o "¿Por qué permitió Dios que me pasara esto a mí?"
Como con tantas otras cosas, en el caso del rencor más vale prevenir que curar. Para ello, la propuesta es buscar la paz y la santidad en la vida. Como nos dice la Palabra de Dios:
porque los que no son santos no verán al Señor. Hebreos 12:14