• julio 15, 2021
  • Como billete viejo

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  • No importa cuánto te haya golpeado la vida o cuántos errores hayas cometido, tú vales mucho. Nadie tiene derecho a avergonzarte o menospreciarte. Lo que cuenta no es cuántas veces te caes, sino cuántas te levantas.

    Introducción
    Si vas por la calle caminando y te das cuenta de que se te cayó un billete de $20.00, ¿lo recogerías? ¿O lo dejarías en el piso porque ya está sucio? ¡Creo que todos lo recogeríamos! Pero, qué tal si el billete se te cae en un charco con lodo y se ensucia todo, ¿lo recogerías entonces, todo sucio y mojado? ¡Yo sí! La última pregunta: si te das cuenta de que el billete que se te cayó está todo viejo y desgastado, está un poco roto en las esquinas y encima ahora está lleno de lodo, ¿lo recogerías? ¡Por supuesto! Yo lo recogería y lo pondría a secar en la mesa.

    ¿Por qué? Porque aunque el billete esté viejo, medio roto y sucio, ¡todavía vale $20.00 y tiene capacidad adquisitiva! En Panamá recuerdo haber usado billetes tan viejos que estaban bien delgaditos, e incluso algunos estaban pegados con cinta. Pero por más maltrecho que esté, con ese billete viejo puedo comprarme una camisa, un ramo de flores a mi esposa, un plato de comida medio elegante… en fin, el billete tiene valor, independientemente de su estado físico.

    Bullying o matonismo (acoso)

    Esto me recuerda a un programa anterior en el que hablamos del bullying o matonismo. Decíamos allí que el bullying, también conocido como acoso, intimidación, hostigamiento o matonismo, se produce cuando alguien se mete con otro repetidamente. Los acosadores se burlan de las personas y las menosprecian porque creen que son diferentes a ellos o al grupo, y se ríen o burlan de ellos ya sea por su aspecto físico, su manera de actuar, su raza, religión, estatus social o identidad sexual.

    Hoy queremos hablar del tipo de acoso o bullying a los adultos, que generalmente se hace avergonzando a los demás. La vergüenza es un sentimiento poderoso. Según la Real Academia de la Lengua Española, la vergüenza es el ánimo ocasionado por la conciencia de alguna falta cometida, o por alguna acción deshonrosa y humillante.

    Algunas personas usan la humillación para avergonzar a otros, pero hoy queremos recordarte que tú vales mucho. Nadie tiene derecho de avergonzarte o menospreciarte, o de juzgarte por lo que eres o por lo que has hecho. Nadie tiene derecho de hacerte sentir vergüenza. No importa cuánto te haya golpeado la vida o cuántos errores hayas cometido, tú vales mucho. Lo que cuenta no es cuántas veces te caes, sino cuántas te levantas.

    Es cierto que muchas veces nos sentimos avergonzados de nuestro pasado, de nuestros errores y de nuestras faltas como un billete viejo, roto y sucio. Pero por más sucio y viejo que esté un billete, todavía tiene valor y es útil. Lo mismo sucede con nosotros: nunca perdemos nuestro valor. No debemos permitir que nadie nos haga sentir menos, sea cual sea nuestro nivel de educación, nuestra situación económica o color de piel. No permitamos que esa basura entre en nuestra cabeza. Amigo, amiga: tú vales mucho.

    La resiliencia

    Algo que desarrollamos las personas que nos hemos levantado una y otra vez en la vida es la resiliencia. La resiliencia es el proceso de adaptación frente a las adversidades de diferente tipo, ya sean problemas familiares, problemas de salud graves o factores estresantes en el lugar de trabajo o en nuestras finanzas.

    La resiliencia nos hace «rebotar» de estas difíciles experiencias e implica un profundo crecimiento personal. No sólo nos ayuda a superar circunstancias difíciles, sino que también nos empodera para crecer e incluso mejorar nuestra vida.

    Entonces, hoy te animamos a que te ames, a que te valores, a que te honres. No permitas que nadie te haga sentir vergüenza. Más bien siéntete feliz porque te caíste pero te levantaste y ahora eres resiliente, más fuerte.

    No estás sólo

    Si alguna vez han tratado de menospreciarte, humillarte o avergonzarte, no estás sólo, no eres el único. ¡Al mismo Jesús también lo menospreciaron! Al leer la historia de Jesús en la Biblia vemos cómo, en vez de ser honrado por sus compatriotas, fue avergonzado y burlado una y otra vez.

    Es posible que hasta su propia familia estuviera algo avergonzada por algunas cosas que Jesús hacía. El Evangelio de Marcos nos dice que su madre y sus hermanos salieron a buscarlo porque pensaban que Jesús «estaba fuera de sí», que se había vuelto loco. Él, que fue el ser humano más centrado que jamás haya existido, nacido en santidad, cuyo padre era Dios mismo, fue catalogado de tener un demonio. Parece que su familia no llegó a decir tanto, pero nos queda en claro que «ni siquiera sus hermanos creían en él y que a sus vecinos, con quienes se había criado, les resultaba muy difícil entenderlo. Sin embargo, aunque Jesús fue avergonzado, mantuvo en alto el honor que le dio su Padre.

    Jesús no vino a avergonzar a nadie, sino a honrar al mundo pecador con su presencia santa. Nos honró con su sacrificio, muerte y resurrección para que, perdonados de todas nuestras faltas, nuestras vidas reflejen el amor divino a quienes nos rodean. ¡Somos «billetes» que valen! Hemos recibido el inmerecido perdón de Dios y nuestra vida ha cambiado. Aunque todavía nos den vergüenza algunas de las cosas que hemos hecho, aunque todavía deshonremos a Dios cuando desconfiamos de él y de sus promesas y cuando no lo tomamos en cuenta para cada aspecto de nuestra vida, aún tenemos valor, mucho valor.

    La buena noticia es que Jesús se hizo cargo también de nuestra vergüenza, de lo viejo y sucio del «billete» de nuestras vidas, llevando nuestros actos desvergonzados a la cruz para borrarlos del libro de cuentas y deudas. Por su muerte y resurrección, Dios nos da el honor de ser sus hijos. Dios mismo es nuestro Padre.

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    el folleto titulado Remordimientos, realidad, restauración

    Conclusión
    No importa cuánto te haya golpeado la vida o cuántos errores hayas cometido, tú vales mucho. Nadie tiene derecho de avergonzarte o menospreciarte. Lo que cuenta no es cuántas veces te caes sino cuántas te levantas.

    ¿Sientes vergüenza por pecados pasados o presentes? Si es así, quiero recordarte que Jesús, mediante su Palabra y la iglesia cristiana, sigue caminando entre nosotros, poniendo las manos sobre nosotros y nuestras familias, beneficiándonos con su gracia que no se acaba nunca, honrándonos con su presencia en su Palabra, en el Bautismo y en la Santa Comunión.

    Aférrate a él y levanta la cabeza, ¡tú tienes mucho valor!


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