• diciembre 8, 2022
  • ¿Cómo te ves?

  • Regresa

  • Introducción

    Antes de comenzar el programa de hoy quisiera tomar un minuto para desearle un feliz día de las madres a todas las mamás panameñas que celebran su día hoy. ¡Felicidades! Tómense el tiempo de llamar a sus mamás o amigas panameñas para felicitarlas hoy.

    Hoy queremos hablar de un fenómeno muy común en estos tiempos: el trastorno dismórfico corporal, que es la forma más grave de una mala imagen corporal. Hoy en día hay muchas personas tan insatisfechas con un defecto leve o indetectable en su apariencia física, que se les convierte en una obsesión.

    Sin embargo, sabemos que lo más saludable es aceptar nuestra combinación única de rasgos de personalidad y características físicas, la forma especial en que nuestro espíritu, corazón, mente y cuerpo fueron creados. Si quieres más información en cuanto a este tema, hemos hecho disponible, de forma gratuita, nuestro folleto titulado «Sanos desde adentro». Lo puedes descargar en la sección Recursos de esta página web, donde también estamos disponibles para conversar contigo por chat.

    La imagen corporal me hace recordar el proceso de crecimiento de las flores. De la semilla al brote y de la planta a la flor, nuestra vida florece cada día. Pero lo hace desde adentro hacia afuera. Cada día crecemos un poco más, florecemos un poco más. Pero como estamos por dentro nos vamos a ver por fuera. Y no estamos diciendo que estamos en contra de la cirugía plástica. Sino que es saludable tener una buena salud en cuanto a nuestra imagen corporal.

    La imagen corporal hoy en día

    La imagen corporal es la representación mental que una persona crea acerca de ella misma, sea realista o no. La imagen corporal se puede ver distorsionada por actitudes de nuestros padres, otras experiencias en la niñez, emociones o estados de ánimo, entre otros. Y lo peor es que estar continuamente expuestos a imágenes de supermodelos y celebridades que están perfectamente esculpidas puede crear en nosotros también vergüenza o insatisfacción corporal, depresión, ansiedad y conductas de alimentación que no son saludables.

    Una imagen corporal negativa puede afectar nuestro desempeño académico o profesional, nuestra satisfacción en una relación y nuestra calidad de vida general. Comúnmente, las personas se centran en un área específica como su nariz, orejas o piernas. Pero, en realidad, nadie más lo nota. Los que sufren de niveles severos de trastorno corporal se obsesionan con un defecto (o lo que ellos creen que es un defecto) hasta que se convierte en una disfunción, donde visitan de forma regular cirujanos plásticos o anhelan hacerlo. Qué aburrido sería que todos tuviéramos la misma nariz, las mismas piernas u orejas.

    Señales de una mala imagen corporal

    Las personas que ven sus cuerpos de forma negativa tienden a tener pensamientos tristes crónicos y obsesivos sobre la forma en que se ven. Por ejemplo:

    * Ponen atención excesiva en un defecto menor de la apariencia.

    * Se ven a sí mismas como poco atractivas, incluso feas.

    * Evitan los compromisos sociales.

    * Ocultan el defecto percibido con maquillaje o ropa.

    * Comparan de forma constante su apariencia con la de otras personas.

    * Buscan de forma excesiva procedimientos cosméticos o cirugías.

    * Necesitan que otros las hagan sentir seguras («¿Me veo gorda con esto?»).

    * Nunca están satisfechas con la apariencia propia.

    Pueden llegar a tener un nivel de insatisfacción tan elevado en todos los aspectos de su vida, que hace difícil y triste la convivencia con su familia y allegados.

    Cómo superar la imagen negativa del cuerpo

    El vivir en una cultura que exalta las cosas materiales y la apariencia física tiende a hacernos olvidar la naturaleza fugaz de nuestro entorno. Pero cuando hacemos una pausa para considerar quiénes somos y adónde vamos, somos desafiados a preguntarnos qué es verdaderamente importante.

    En esta era, las personas parecen estar sumergidas en un mundo donde la apariencia física es lo más importante en su vida. Como mencionamos anteriormente, lo más saludable siempre es aceptar nuestra combinación única de rasgos de personalidad y características físicas, la forma especial en que nuestro espíritu, corazón, mente y cuerpo fueron creados.

    Nadie debe pasarse la vida odiando el lugar donde vive—su propio cuerpo. La buena imagen corporal no debe depender de si una persona se ve como modelo de pasarela. Es posible que una persona tenga una mejor percepción de su cuerpo sin importar cómo se vea.

    Con la ayuda de Dios podemos elegir no abusar de nuestro cuerpo con comida, o falta de comida, exceso o falta de ejercicio, corrupción sexual, abuso de alcohol, tabaco o drogas. En vez de eso, podemos desarrollar un estilo de vida sensato, esforzándonos por cuidarnos con una actitud de agradecimiento y no de orgullo, y sin sentir vergüenza cuando no estamos «a la altura» de las expectativas que los demás tienen de nosotros. Vivir un estilo de vida saludable se convierte, entonces, en una respuesta positiva a la vida, porque cuanto más vivamos de acuerdo con lo que es bueno para el cuerpo, mejor nos vamos a sentir y más vamos a honrar a quien nos ha dado la vida.

    Amar a los demás nos libera de enfocarnos demasiado en nosotros mismos, creciendo a un ritmo constante, avanzando poco a poco, esperando florecer plenamente bajo la poderosa mano de Dios.

    Encontrando la imagen positiva

    No estamos aquí por accidente. Hemos sido diseñados exclusivamente. Somos amados por nuestro Creador. Nuestra sociedad idealiza el físico. Las imágenes de cuerpos delgados y sexualmente atractivos magnificadas por los medios de comunicación parecen estar en todas partes: desde las portadas de revistas hasta las carteleras ubicadas estratégicamente a lo largo de la interestatal local. Las modelos y actrices más populares son más delgadas que el 95 por ciento de la población femenina en los Estados Unidos, donde el 60 por ciento de las mujeres usan talla 12 o más.

    Cada año se gastan millones de dólares en la eliminación de arrugas, trasplante de cabello, estiramientos, cirugía estética, succiones, implantes, etc. Sabemos que la forma en que nos vemos influye significativamente en con quién nos casamos, cuánto dinero ganamos y si los demás, al menos inicialmente, nos aceptarán o rechazarán.

    Pero lo que es realmente importante son nuestras actitudes acerca de cómo se ve nuestro cuerpo. Es hora de que nos demos un descanso. Para bien. Nuestro cuerpo se beneficia con nuestro cuidado amoroso: merece nuestra administración sabia en lugar de nuestra constante crítica y desprecio.

    Algo hermoso sucede cuando dejamos de lado el miedo, la vergüenza y la ansiedad que sentimos por la forma en que vemos y aceptamos nuestro cuerpo lleno de imperfecciones como un regalo de Dios. Cuando dejamos de preocuparnos por ciertos aspectos de nuestra apariencia y sonreímos ante el reflejo imperfecto que vemos en el espejo, aprendemos a apreciar nuestro cuerpo con el humor y la gracia que sólo Dios puede dar.

    Necesitamos hacer las paces con nuestro cuerpo, incluyendo la forma en que se ve y funciona. Lograr el equilibrio en la forma en que vemos y cuidamos nuestra forma física y apariencia requiere de autoaceptación. Y a medida que aprendemos a apreciar nuestra singularidad dada por Dios, altamente individualizada, maravillosamente hecha con genuina alegría y humildad, vamos obteniendo una satisfacción con nosotros mismos que el mundo no puede darnos.

    Dado que somos creaturas de Dios no podemos dejar de mencionar cuál es la imagen que el Creador espera que tengamos de nosotros mismos. Para ello me remito a lo que Dios le dijo al profeta Samuel, cuando este estaba buscando el sucesor de Saúl (1 Samuel 16): «No te dejes impresionar por su apariencia ni por su estatura, pues yo lo he rechazado. La gente se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón.»

    Conclusión

    Dios nos ha creado con sus propias manos. ¡Y vamos creciendo de adentro hacia afuera cada día! (Isaías 64:8 dice: «Pero tú, Señor, eres nuestro padre; nosotros somos el barro y tú eres quien nos da forma; todos nosotros somos obra de tus manos».) Podemos confiar en que Dios cumplirá sus propósitos para nosotros. De la semilla al brote y de la planta a la flor, esta vida dentro de nosotros florecerá un día con brillo, estallando en la presencia de Dios con una alegría radiante. Desde adentro hacia afuera, esta vida en crecimiento ya ha comenzado.


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