• marzo 16, 2023
  • Cómo ser intencionales

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  • INTRODUCCIÓN

    Como dijimos en el programa anterior, estas semanas las estamos dedicando a hablar sobre los hábitos y las disciplinas que podemos desarrollar para llevar una vida productiva, tomando como base el libro de Stephen Covey titulado «Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva».

    Hoy queremos hablar del Hábito #2, que es Empezar con el fin en mente (o ser intencionales). Hay un principio que dice que todas las cosas se crean dos veces- primero se crean en la mente y luego se crean en lo físico. Cuando sabemos a dónde queremos llegar, cuando empezamos con el fin en mente, vamos a actuar y trabajar intencionalmente hasta lograrlo.

    HÁBITO #2: EMPEZAR CON EL FIN EN MENTE

    Vamos a comenzar con un pequeño ejercicio. Olvídate de tu agenda, tu negocio, tu familia o tus amigos y pon atención. Abre tu mente e imaginación a este ejercicio que vamos a hacer juntos.

    Imagina que estás yendo al funeral de un ser querido. Llegas a la capilla, caminas hacia el ataúd y cuando miras adentro te das cuenta de que es tu propio funeral… que será dentro de 3 años. En el programa impreso ves que hay cuatro personas que van a hablar. El primero es un miembro de tu familia. El segundo es uno de tus amigos. El tercero es un compañero de trabajo o estudio y el cuarto es una persona de tu iglesia o de alguna organización comunitaria a la que tú has servido, la escuela de tus hijos o algo así.

    Ahora respira profundo y piensa en qué te gustaría que cada una de esas personas dijera acerca de ti y de tu vida. ¿Qué cualidad o rasgo de tu personalidad te gustaría que hubieran visto en ti? ¿Qué contribuciones y logros quisieras que recuerden? Mira la gente que está a tu alrededor. ¿De qué maneras hubieras querido influir en sus vidas?

    Si lo has hecho a conciencia, este ejercicio te va a llevar a encontrarte con tus valores más profundos y fundamentales. Cuando empiezas con el fin en mente empiezas con la imagen, la figura o el modelo de vida al que quieres llegar y este será tu criterio para examinar todas las cosas y cada parte de tu vida, en el contexto de lo que realmente es importante para ti.

    Comenzar con el fin en mente significa comenzar con una clara comprensión de tu destino y ¡cuán distintas son nuestras vidas cuando sabemos qué es lo que verdaderamente nos importa!

    TODAS LAS COSAS SE CREAN DOS VECES

    El hábito de empezar con un fin en mente se basa en el principio de que todas las cosas se crean dos veces. Primero creamos en la mente y luego lo concretamos en la vida real. Por ejemplo, antes de irnos de viaje fijamos nuestro destino y planificamos la mejor ruta. Antes de plantar un jardín lo diseñamos, distribuyendo las plantas mentalmente o en un papel. Antes de hablar pensamos en qué vamos a decir y luego lo decimos.

    Ahora, si bien es cierto que todas las cosas se crean dos veces, también es cierto que no todas las primeras creaciones las hemos designado nosotros mismos conscientemente. Y si no lo hemos hecho, estamos permitiendo que otras personas o circunstancias dirijan nuestra vida.

    Por ejemplo: Supongamos que cada vez que mis hijos hacen algo que no me parece bien, se me sube la sangre a la cabeza y enseguida me preparo para la batalla. Como soy más grande y tengo más fuerza y autoridad, les grito o los amenazo o los castigo. El resultado: yo me siento falsamente victorioso, mientras mis hijos se someten por fuera pero se rebelan por dentro, reprimiendo sentimientos que más tarde surgirán de modo aún peor.

    Volviendo al ejemplo anterior del funeral. Si uno de mis hijos hablara de mí, ¿qué creen que diría? Yo quisiera que hablara de las enseñanzas y experiencias impartidas y compartidas con amor y no de las cicatrices producidas por resentimientos y distanciamientos.

    DESCUBRIENDO QUÉ NOS MOTIVA

    En otras palabras, el ser proactivos, el primer hábito del que hablamos la semana pasada, nos invita a utilizar nuestra imaginación y conciencia moral para examinar qué motiva nuestras acciones. Cuando descubrimos que estamos reaccionando a motivaciones inefectivas, incorrectas o incompletas, podemos cambiarlas por otras más efectivas y congruentes con nuestros valores más profundos.

    Entonces, empezar con un fin en mente significa que me voy a hacer responsable de mis motivaciones para que estén de acuerdo con mis valores más profundos y en armonía con los principios correctos. Así, cuando tengamos que enfrentar problemas o desafíos durante el día, vamos a poder tomar decisiones basándonos en esos valores y principios y actuar con integridad, en vez de vernos obligados a reaccionar ante las circunstancias, siendo guiados por emociones momentáneas.

    Ejercicio: Identifica un proyecto que deberás afrontar en un futuro próximo, y aplica el principio de la creación mental. Escribe los resultados que deseas obtener y los pasos que te conducirán a esos resultados.

    NUESTRA MISIÓN PERSONAL

    La mejor manera de acostumbrarnos a empezar con el fin en mente, es teniendo en claro nuestra misión o credo personal sobre lo que queremos ser y hacer, basándonos en nuestros valores y creencias, que son las lentes a través de los cuales miramos e interpretamos la vida.

    Esta creencia será nuestra fuente de seguridad, guía, sabiduría y poder, donde:

    * La seguridad representa nuestro sentido de valor, nuestra identidad y nuestra autoestima.

    * La guía nos da dirección en la vida a través de las normas, principios o criterios que gobiernan nuestras decisiones y acciones diarias.

    * La sabiduría nos da la perspectiva de la vida, y abarca el juicio, el discernimiento, la comprensión.

    * El poder es la capacidad y fuerza que tenemos de actuar, de hacer algo. Es la energía que nos permite elegir y decidir y que nos permite superar hábitos que no nos sirven y cultivar otros más efectivos.

    Vamos a dar un ejemplo, aplicando esto a nosotros mismos. Ustedes saben bien que nosotros somos cristianos, por lo que el centro de nuestro ser y la forma en que miramos e interpretamos la vida, es a través de los ojos de la fe. Entonces, partiendo de ese centro cristiano, podemos decir que:

    * Nuestra seguridad (o sea, nuestro sentido de valor, identidad y autoestima) no está basada en cómo nos sentimos o en las cosas que tenemos o logramos en la vida, sino en lo que Dios dice de nosotros, a saber, que somos sus hijos amados, por lo cuales Él sacrificó a su propio Hijo Jesús para que nosotros tengamos vida eterna.

    * Nuestra guía (o sea, las normas, principios o criterios que gobiernan nuestras decisiones y acciones) no radica en lo que dicen nuestros amigos o familiares, o en lo que dice o practica la sociedad que nos rodea, sino en los mandamientos de Dios, resumidos por Jesús en: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Y amarás a tu prójimo como a ti mismo.» (Mt 22:37 y 39)

    * Nuestra sabiduría (o sea, lo que nos da perspectiva, juicio, discernimiento y comprensión), no está basada en lo que nos enseñaron en la casa o en la universidad, sino en la sabiduría que Dios nos da a través de Cristo. Porque «Todas las riquezas de la sabiduría y del conocimiento se encuentran presentes en Cristo.» (Col 2:3)

    * Nuestro poder (la fuerza y energía para actuar) no proviene de nuestra posición económica, social o cultural, sino que proviene del estar unidos a Dios. «Pues Dios no nos ha dado un espíritu de temor, sino un espíritu de poder, de amor y de buen juicio.» (2 Tim 1:7)

    Ejercicio: Aunque no lo pensemos, todo tenemos un «centro» que afecta cada ámbito de nuestra vida. Piensa qué es lo que ocupa tu «centro»: es tu cónyuge, tu familia, tus amigos, tus posesiones, el dinero, el trabajo, la iglesia, o quizás tú mismo. Si ese centro no te permite ser una persona proactiva, quizás sea hora de que produzcas los cambios necesarios para crear un centro que sí lo haga.

    CONCLUSIÓN

    Hoy hablamos del segundo hábito de las personas altamente efectivas según Covey, que es «Empezar con el fin en mente». Nada de esto es algo que se logre de la noche a la mañana, sino que requiere un auto análisis profundo y cuidadoso y quizás muchos borradores hasta llegar al definitivo.

    Podemos ayudarnos haciendo algunos ejercicios como el que hicimos al principio, visualizando nuestro propio funeral y escribiendo nuestro elogio póstumo, o visualizando cómo serán nuestras bodas de plata o de oro, o cómo será nuestra vida cuando nos jubilemos.

    Hay diferentes técnicas que podemos utilizar con nuestra imaginación para poder ponernos en contacto con nuestros valores principales, pero el efecto final de todos estos ejercicios es el mismo: identificarnos con lo que realmente queremos ser y hacer para empezar con el fin en mente y dar pasos día a día para lograr ese fin.

    En el próximo programa hablaremos sobre el Hábito #3 que dice «Establece primero lo primero».


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