Cuando internalizamos la soberanía de Dios en nuestra vida y entendemos que el Señor no improvisa, sino que tiene un propósito con cada circunstancia o acontecimiento al cual nos toca enfrentarnos, nos resulta más fácil andar por el camino de la vida que Él nos ha marcado. Ese camino será a veces sereno y otras veces tormentoso, pero transitándolo con Dios, siempre será de crecimiento y bendición. Escucha lo que nos dice la Biblia en el libro de Proverbios.
"La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto." Proverbios 4:18 (RVR1960)
Te invito a que le pidas hoy a Jesús que te tome de la mano y te guíe por el camino de la vida, confiando en su sabiduría, su poder y su amor.
¿Afligido?
Es inevitable sentir un profundo dolor ante la pérdida de un ser querido, sin importar la edad que tenía cuando falleció. Quizás te preguntes por qué tuvo que suceder, por qué de esa manera o en ese momento. Quizás sientas mucho su falta y te duela mucho su ausencia. Pero Dios sabe lo que es mejor para todos, tanto para la persona que partió, como también para ti que estás sufriendo por su partida. Él es quien sana las heridas y nos ayuda en tiempos de aflicción. Escucha lo que nos dice el Salmista:
"Señor, inclina tu oído y escúchame, pues me encuentro afligido y necesitado." Salmo 86:1
Te invito a que hagas tuyas las palabras del salmista, sabiendo que el Señor atiende tu oración y es capaz de llenar tu corazón de una paz que supera todo entendimiento.
Cuida tu corazón
Las personas nos afectan negativa o positivamente. Con respecto a las que te han afectado positivamente, ora por ellos, agradécele al Señor por sus vidas, por todo lo bueno que han aportado a la tuya, e imita sus acciones buenas. Con respecto a los que te han afectado negativamente con una acción que te perjudicó, dolió o humilló, no permitas que sus malas acciones dañen tu corazón y te dejen cicatrices imborrables. La Palabra de Dios nos dice en Proverbios 4:23 (NTV):
"Sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque este determina el rumbo de tu vida."
Hoy puede ser un día decisivo en tu sanidad física y espiritual. Te invito a que le entregues al Señor las cosas negativas del pasado, confiando en que Él las quitará y te dará un corazón limpio para que puedas proclamar sus alabanzas.
El Señor edifica
Tener un matrimonio sólido requiere de esfuerzo, dedicación y amor sincero. De la misma manera, llevar una paternidad responsable también requiere de amor, esfuerzo y dedicación. Sin duda alguna, más de una vez dudamos de nuestra capacidad para cumplir bien con estas funciones. Es que sabemos que estas tareas no son fáciles; hay muchas cosas que considerar, hacer y perpetuar. Escuchemos lo que leemos en la Biblia:
Si el Señor no edifica la casa, en vano se esfuerzan los albañiles. Si el Señor no cuida la ciudad, en vano hacen guardia los vigilantes. Salmo 127:1 (NVI)
¿Quieres tener un matrimonio y familia sólidos? Busca la sabiduría del Señor y permite que sea Él quien guíe y cuide tu hogar.
Amar en Dios
El amor de Dios no tiene límites ni condiciones y es más grande de lo que podemos siquiera imaginar. Su amor por ti es verdadero. Él te creó con amor y te eligió. Aunque las personas a veces nos fallan, el Señor nunca lo hace. Él quiere que conozcamos y vivamos en la plenitud de su amor. El apóstol Pablo nos dice:
Le pido a Dios que ustedes puedan conocer ese amor, que es más grande de lo que podemos entender, para que reciban todo lo que Dios tiene para darles. Efesios 3:19 (TLA)
Te exhorto a que le pidas a Dios que abra tu corazón para que puedas recibir todo lo que Él tiene para darte, y así amar como Él te amó.
Perdón en Dios
Sin duda alguna, estamos viviendo tiempos difíciles en el mundo: la pandemia, la delincuencia, los crímenes, las adicciones, las inclemencias del tiempo y un gran número de calamidades. Este es un buen momento para sanar nuestros corazones y dejar atrás actitudes que nos separan y hacen que todo sea más difícil. Escuchemos lo que nos dice el Apóstol Pablo:
Abandonen toda amargura, ira y enojo, gritos y calumnias, y toda forma de malicia. Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Dios los perdonó a ustedes en Cristo. Efesios 4:31-32 (NIV)
Amigo, este no es tiempo para rencillas, rencores o venganzas. Por el contrario, es tiempo para pedir perdón, ser perdonado y perdonar, y para dejar que el amor de Dios fluya a través de cada uno de nosotros.