• abril 15, 2021
  • Un collar de perlas

  • Regresa

  • Detalle de lo tratado
    Introducción
    Cicatrices que sangran
    El poder del amor
    Conclusión

    INTRODUCCIÓN
    En la vida nos suceden muchas cosas que no nos gustan, que nos duelen, que nos lastiman, cosas con las que no quisiéramos tener que lidiar o tener que enfrentar.

    Si pudieran verme les mostraría mi hermoso collar de perlas. Mi esposo me lo regaló para Navidad. Me encantan las perlas porque cada una cuenta una historia. Las perlas naturales se forman cuando un grano de arena o cualquier otro agente irritante se abre camino en una especie particular de ostra. Como mecanismo de defensa, la ostra secreta un líquido especial para cubrir el irritante que le está causando dolor y molestia. Es como si pusiéramos una curita natural miniatura sobre una brusquita que nos haya caído en el ojo. Cada capa de este recubrimiento que secreta la ostra se deposita sobre el irritante y capa tras capa de este líquido de defensa lleva a formar una hermosa perla.

    Yo uso mi collar de perlas con mucho orgullo porque me recuerda mis propios «agentes irritantes». Las perlas me recuerdan que del dolor puede salir algo hermoso y que está en mí lucir con orgullo las perlas de los triunfos que he logrado venciendo al dolor que a veces causa esta vida.

    Hoy te invitamos a que tú también luzcas con orgullo, alrededor de tu cuello, las perlas de tu dolor. Y es que a partir de nuestros sufrimientos, Dios usa el tiempo, el perdón y su amor para formar perlas que, en vez de derrotarnos, nos adornan.

    CICATRICES QUE SANGRAN
    Quizá hay cosas en tu vida que te aturden, que te perturban, que te hacen apartarte de los demás. Quizá tienes heridas sin curar que se abren una y otra vez. Es muy común que queramos ocultar nuestras heridas ante los demás, especialmente las causadas por nosotros mismos cuando tomamos decisiones que terminan haciendo un gran daño.

    Algunos tenemos heridas que nos acompañan desde nuestra niñez. Esas heridas suelen abrirse y sangrar y nos producen dolor y angustia, y es posible que ni siquiera sepamos cómo curarnos de ellas. Las cicatrices que sangran son las que no han sanado completamente.

    En algunos programas anteriores hablamos del perdón. El perdón, mezclado con el amor, es ese líquido especial que secreta nuestra alma como mecanismo de defensa para cubrir el irritante que nos está causando dolor y molestia. Pero muchas veces nos rehusamos a permitir que el perdón fluya, haciéndonos daño a nosotros mismos al no dejar que se cubra aquella «brusquita» en el ojo, o aquel «agente irritante», impidiendo así que se forme la perla.

    Entonces nuestra herida nunca se sana completamente y sigue sangrando… no importa cuánto tiempo haya pasado. El amor es algo poderoso, capaz de lograr lo inimaginable. Y no me refiero a amar a quien nos ha lastimado, necesariamente. Me refiero a amarnos suficientemente como para dejar que fluyan el perdón y el amor y vayan creando una hermosa perla de sanidad.

    EL PODER DEL AMOR
    No sé cómo es contigo, pero yo tengo un collar lleno de las perlas de las cicatrices de mi vida. Estamos en un mundo imperfecto, así que de vez en cuando vamos a sufrir; ¡es normal! Pero es decisión nuestra convertir ese dolor en una hermosa cicatriz que se convierta en perla.

    Dios nos demostró su poder y amor al sanar las llagas de su Hijo Jesús. A causa de las heridas de Jesús, el Padre en los cielos puede y quiere sanar todas nuestras llagas y permitir que ellas cicatricen para que permanezcan sanadas para siempre, para convertirlas en perlas que nos recuerdan su poder y amor en nuestras vidas.

    Jesús vino a sufrir, a dejarse lastimar para que nosotros no tengamos que sufrir por la eternidad. Por sus heridas nosotros somos sanados, perdonados y hechos santos delante de Dios, y lucimos con orgullo las perlas de su victoria.

    Jesús sufrió heridas más profundas que las que les causaron los clavos. Al Señor se le reventaron los vasos sanguíneos a causa de la angustia que tenía mientras oraba en el Getsemaní. Los soldados romanos le flagelaron la espalda a latigazos. Se sintió abandonado por su querido Padre mientras colgaba de la cruz. Su dignidad había sido barrida por las burlas de sus ejecutores y de los incrédulos líderes religiosos. Pero Jesús soportó esto con buena voluntad porque tenía el propósito de salvarnos por el poder de su amor. ¿Puedes ver las perlas que ganó? Y por su victoria, tú y yo también podemos hacer perlas de nuestros sufrimientos.

    En la sección RECURSOS puedes descargar gratis
    el folleto «LA ORACIÓN»

    CONCLUSIÓN
    Las marcas de los clavos permanecerán en el cuerpo de Jesús para siempre como prueba de su amor por nosotros. Las cicatrices de Jesús son señales del precio que pagó para que nosotros no fuéramos castigados por Dios a causa de nuestros pecados. Esas cicatrices de Jesús ya no sangran, ya fueron curadas por Dios Padre cuando resucitó a su Hijo de la muerte. Esas cicatrices les sirvieron a los discípulos para ver el precio de la paz que estaban recibiendo, para lucir con orgullo las perlas de victoria de Cristo por nosotros.

    Que las perlas te recuerden que del dolor puede salir algo hermoso y que está en ti lucir con orgullo las perlas de los triunfos que has logrado por causa de haber vencido frente al dolor que a veces causa esta vida.

    Permite que a través de su perdón y amor, Dios transforme en perlas tus sufrimientos y dolor, y lúcelas con orgullo alrededor de tu cuello.


Contáctenos