• mayo 19, 2022
  • No siento un vínculo con mi hijo, ¿qué me pasa?

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  • Introducción

    El vínculo entre una madre y un hijo es casi indescriptible, es difícil encontrar un amor y vínculo similar. Gracias al Señor, mi madre y yo hemos tenido un vínculo muy estrecho. Ese vínculo que une a la madre con sus hijos es similar al vínculo que tiene Dios con nosotros.

    Hoy queremos conversar acerca de ese vínculo especial entre las madres y sus hijos y también sobre cómo algunas mujeres luchan por no sentir ese vínculo, sin darse cuenta de que puede ser por causa de una depresión.

    María como ejemplo de madre

    María tenía ese vínculo con su hijo Jesús. Ella es un ejemplo sobresaliente de mujer cristiana. Desde la anunciación del nacimiento de Jesús hasta su crucifixión, María mostró fuerza y sabiduría.

    María era una campesina humilde quien le creyó al ángel Gabriel y aceptó humildemente la responsabilidad que Dios eligió darle de ser madre de Jesús. Ella se enfrentó valientemente a los problemas de la maternidad y el matrimonio, y crio a su Hijo con dulzura y ternura, guiándolo en el conocimiento de la Palabra de Dios y las costumbres religiosas de Su pueblo.

    María también estuvo con su Hijo cuando fue colgado en la cruz. El vínculo y el amor que ella le había dedicado toda su vida, ese vínculo que había creado intencionalmente con su hijo, Jesús lo recompensó desde la cruz cuando la encomendó al cuidado de Juan, el discípulo a quien amaba.

    Y después de la muerte y resurrección de Jesús, María estuvo en el aposento alto en Jerusalén, pero no para recibir homenaje o adoración, sino para adorar con todos los que creían en Jesús como su Salvador.

    Toda madre cristiana puede ver en María un ejemplo de fe y humildad, sabiduría y coraje, obediencia y servicio.

    El desafío de ser madre hoy

    María dejó expectativas bien altas. Fue una gran madre y muchas aspiran ser como ella. Pero la realidad es que el ser madre no es nada fácil. Lo vi en mi propia madre, en mi esposa, en mis hijas. Sin embargo también veo que las mujeres son seres fuertes y capaces. No hay quien lo discuta. Las madres de hoy en día han logrado conquistar oficinas, consultorios, fábricas y demás lugares en los cuales se piensa, se crea y se construye la vida real de las comunidades.

    Semejante «tsunami» social ha generado muchas consecuencias, buenas y malas. La sociedad todavía está en proceso de encontrar la mejor manera de armonizar con éxito el desarrollo de la mujer fuera de casa con el desempeño responsable, comprometido y saludable del rol de madre. He visto que las mujeres que han asumido el desafío de tener y criar una familia con hijos al mismo tiempo que desarrollar una actividad remunerada en el mundo fuera de casa se han dado cuenta que, si bien no es imposible, tampoco es fácil.

    Sin embargo, aquellas mujeres que trabajan fuera de la casa y creen que van a poder hacer todo perfecto, son las que más se deprimen y sienten que no tienen un vínculo con sus hijos. Por eso es que hay que ajustar las expectativas y saber que, más allá de los deseos y necesidades, los días siguen teniendo 24 horas y las fuerzas no son infinitas.

    Ser madre, trabajadora y persona implica esfuerzo, cansancio y estrés. ¡A veces no sé cómo lo logran! Pero también veo la enorme satisfacción, alegría y orgullo en las madres. El asunto es no permitir que el estrés invada, intoxique y haga perder el enorme disfrute que significa pasar por la vida dejando una buena huella de vínculos con los hijos.

    No siento un vínculo con mi hijo

    Sin embargo, algunas mujeres no sienten esa satisfacción, alegría o vínculo con sus hijos y se sienten culpables por eso. Sienten una tristeza que tiñe su vida y les hace perder la alegría de vivir y de disfrutar a sus hijos.

    Lo peligroso es que la mayoría sigue preparándole el desayuno a su familia, encargándose de lavarle la ropa, haciendo los mandados y ayudando a los hijos en los deberes. Si uno mira de lejos puede creer que todo está bien. Pero si estamos cerca y atentos, veremos detalles a veces sutiles: la mirada sin brillo, la amargura del gesto. Percibiremos que toda su actividad se apoya sólo en la responsabilidad y notaremos la desesperanza y el desamparo.

    Esta tristeza que le quita el gusto a las cosas de todos los días, que impide tener buen humor y que saca las ganas de tirarse en el piso para jugar con los hijos no es solamente tristeza, no es solamente no poder crear vínculos con los hijos: es depresión. Y la depresión de las madres es un veneno para ella y sus hijos. Tengan cuidado.

    Hace ya mucho que se sabe que la depresión materna es un factor de riesgo fuerte para el desarrollo de los hijos y el vínculo que se crea con ellos. No puedes engañarte pensando: «ellos no se dan cuenta de nada porque yo sigo haciendo todo igual«. Eso no es verdad nunca. Las madres con sus hijos tienen una conexión, un vínculo que va más allá del café con leche en la mesa o el nudo de la bufanda. Los hijos perciben el humor, el clima interior de sus madres y se regulan en función de él. Esto no es voluntario ni deliberado, simplemente se da naturalmente.

    Entonces, queridas madres, no acepten la depresión como un estado inevitable: la depresión es una afección tan real como una hepatitis. Pidan ayuda, consulten, busquen soluciones que existen y son inaccesibles.

    ¡Basta de excusas! No se justifiquen diciéndose a sí mismas que tienen buenas razones para sentirse tristes y que no pueden crear vínculos con sus hijos. Lamentablemente, a lo largo de la historia, las mujeres han permitido que se les ponga el cartel de «locas», «inestables», «ováricas», «sentimentales». Es tan terriblemente fuerte este estigma, que un estudio canadiense demuestra que los infartos al miocardio en mujeres pueden ser muy peligrosos porque muchas veces los médicos los malinterpretan como «ataques de ansiedad».

    Parte de las muchas tareas que les quedan a las mujeres por delante es borrar esta imagen. Y de donde primero la tenemos que borrar es de ustedes mismas. Si te sientes que no logras crear vínculos con tus hijos, que no logras encontrar la alegría de ser madre, puede que estés padeciendo de depresión materna, y no es tu culpa. Y mejor aún, tiene remedio.

    Conclusión

    No aceptes como inevitable el sentirte mal. Si te sientes deprimida e incapaz de desarrollar vínculos significativos con tus hijos, busca ayuda en Dios y en algún profesional de salud mental, en un pastor, un consejero. Hazlo por ti misma en primer lugar, pero también por la salud de tus hijos.

    Recuerda de descargar gratis el folleto «Cómo ayudar a tu hijo a tener una relación con Dios» en nuestra sección Recursos.

    Algo maravilloso que tienen las madres es poder reconocer que sus hijos son alma, cuerpo y espíritu. Ellas tienen la capacidad de cuidar a sus hijos en estas tres áreas. Ser madres no es fácil. Yo las admiro y respeto. Y les recuerdo que no están solas, Dios les ayuda. Tienen el ejemplo de María y otras madres ejemplares quienes pusieron su confianza en Dios y criaron hombres y mujeres de bien.

    Y recuerda que si quieres que tu hijo tenga una relación con Dios, un buen lugar para comenzar es teniendo tú una relación con Dios. Si tú tienes una buena relación con Dios, podrás también mejorar la relación con tus hijos y con los demás. La madre sabia es la que sabe hacer un alto para apoyarse en Dios.


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