• mayo 23, 2024
  • ¿Competente o experto?

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  • Introducción

    Imagina perfeccionar tus habilidades y rendimiento a un nivel excepcional. Imagina ir más allá de simplemente formar hábitos, optimizándolos para alcanzar resultados extraordinarios. Hoy queremos ayudarte a prepararte para el siguiente nivel después de establecer tus hábitos básicos. Sintoniza, aprende y desata tu grandeza.

    En esta temporada de Sentido Latino, nos hemos sumergido en el fascinante mundo de los hábitos, tomando como guía las ideas de James Clear y su libro «Hábitos atómicos».

    Es una guía definitiva para desatar todo tu potencial y lograr cambios significativos en tu vida. Es una herramienta multifacética para la automejora. Así que, ya sea que busques cambios drásticos o pequeñas mejoras diarias, en este programa buscamos proporcionar las estrategias y la mentalidad necesarias para hacerlo realidad. ¡Prepárate para desatar tu mejor versión!

    En los programas anteriores hemos explorado las cuatro leyes que nos orientan en el cambio de comportamiento y nos allanan el camino para cultivar hábitos saludables que nos lleven directo a nuestras metas:

    1. Hacerlo obvio
    2. Hacerlo atractivo
    3. Hacerlo fácil
    4. Hacerlo satisfactorio

    Hoy vamos a hablar sobre tácticas avanzadas para pasar de ser solamente buenos o competentes en algo a ser expertos, que es el nivel siguiente. Para ello, Clear propone estrategias más avanzadas y ajustes finos en el enfoque y la mentalidad. En lugar de simplemente formar hábitos, se trata de perfeccionarlos y optimizarlos para lograr resultados extraordinarios.

    Veamos ahora las 3 verdades o principios que debemos tener en cuenta para pasar de ser buenos a ser expertos a largo plazo.

    1. El talento y los genes

    Cuando se trata del talento, es cierto que los genes pueden influir, pero no son el único factor determinante. La genética puede ayudarnos en algunas habilidades, pero la práctica intencional y la formación de hábitos son fundamentales para llegar a ser experto en cualquier campo.

    Una de las mejores maneras de asegurarte que tus hábitos sigan a largo plazo y te lleven a ser experta en tu área, consiste en elegir conductas que sean compatibles con tu personalidad y tus habilidades. ¡Trabaja duro en las cosas que te son sencillas o te salen naturalmente!

    Ese es el secreto para tener éxito: elegir bien tu área de acción, ya sea en el trabajo, el estudio, el deporte, la música, el arte o los negocios. Tus genes te dan ciertas ventajas, pero también limitaciones. Es crucial adaptar tus hábitos a tus inclinaciones y habilidades naturales para que sean más satisfactorios. No todos somos iguales, y es importante entender tu personalidad para desarrollar hábitos que funcionen para ti.

    Pero, por otra parte, los genes no te pueden hacer exitoso si no haces tu trabajo. Sí es posible que el fornido entrenador del gimnasio tenga mejores genes que tú, pero si no has hecho el mismo número de repeticiones que él, es imposible saber si tú posees una mejor o peor herencia genética. Hasta que no hayas trabajado tanto como aquellos a quienes admiras, no puedes explicar su éxito como suerte.

    James Clear lo resume así: «El secreto para maximizar tus probabilidades de éxito es elegir el campo correcto de competencia. Elige el hábito apropiado y el progreso se vuelve sencillo. Elige el hábito incorrecto y la vida se vuelve una batalla. Los genes no pueden cambiarse, lo que significa que nos brindan una poderosa ventaja en condiciones favorables y una seria desventaja en circunstancias desfavorables. Los hábitos son fáciles cuando son compatibles con tus habilidades naturales. Elige los hábitos que mejor se amoldan a ti. Participa en una actividad que favorezca tus fortalezas. Si no puedes encontrar una, crea una nueva. Los genes no eliminan la necesidad de trabajar duro, pero nos dicen en qué debemos trabajar duro».

    2. La regla de Ricitos de Oro: cómo mantenerte motivado en la vida y en el trabajo

    La «Regla de Ricitos de Oro» destaca la importancia de encontrar el equilibrio adecuado en la dificultad de una tarea. Para mantenernos motivados en la vida y el trabajo, necesitamos desafíos que no sean ni demasiado fáciles ni demasiado difíciles, sino «justos». Porque establecer metas que estén en el punto óptimo de dificultad nos ayuda a mantener la motivación y a desarrollar hábitos duraderos. La clave es encontrar la tarea que sea lo suficientemente desafiante como para mantenernos comprometidos, pero no tan difícil como para desmotivarnos.

    Por ejemplo, si amas el tenis y juegas contra alguien que sepa mucho menos que tú, te aburrirás porque es demasiado fácil. Por otro lado, si juegas contra un profesional te desmotivarás, porque es demasiado difícil.

    Ahora imagina jugar tenis con alguien de tu mismo nivel, donde ganas algunos puntos y pierdes otros. Ahí es donde surge el interés y te comprometes realmente, porque tienes una buena oportunidad de ganar, pero solo si te esfuerzas realmente. Si te enfocas y especializas, las distracciones se desvanecen y te encuentras completamente comprometido en la tarea que estás realizando. Este es un ejemplo de la Regla de Ricitos de Oro: trabajar en algo desafiante pero manejable.

    James Clear lo resume así: «La Regla de Ricitos de Oro establece que los humanos experimentamos el máximo de motivación cuando trabajamos en tareas que están justo al límite de nuestras habilidades actuales. La más grande amenaza al éxito no es el fracaso, sino el aburrimiento. Conforme los hábitos se convierten en rutina, se vuelven menos interesantes y menos satisfactorios porque nos aburren. Cualquiera puede trabajar cuando se siente motivado. Es la habilidad de seguir adelante cuando el trabajo no es emocionante lo que marca la diferencia».

    3. El inconveniente de crear buenos hábitos

    Crear buenos hábitos tiene un inconveniente: una vez que un hábito se vuelve automático, tendemos a volvernos menos sensibles a nuestros errores. Nos acostumbramos a hacer las cosas de cierta manera y dejamos de prestar atención a los detalles. Aunque los hábitos son poderosos para automatizar tareas, necesitamos evitar caer en la trampa de sentirnos muy confiados. La solución radica en establecer un sistema de reflexión y revisión para mantenernos conscientes de nuestro desempeño y continuar mejorando nuestros hábitos a lo largo del tiempo.

    Lo que necesitamos es una combinación de hábitos automáticos y práctica intencional. James Clear dice que él emplea dos métodos primarios de reflexión y revisión. Cada mes de diciembre, realiza una reseña anual en la que reflexiona acerca del año previo y registra sus hábitos. Luego reflexiona sobre su progreso (o falta del mismo), respondiendo las siguientes preguntas:

    1. ¿Qué salió bien este año?

    2. ¿Qué no salió bien este año?

    3. ¿Qué aprendí?

    Seis meses después hace un reporte de integridad que le ayuda a darse cuenta de dónde ha cometido errores y lo motiva a regresar al curso correcto. Lo usa como una oportunidad de revisitar sus valores esenciales y considerar si ha estado viviendo de acuerdo con ellos. Su reporte de integridad anual responde tres preguntas:

    1. ¿Cuáles son los valores esenciales que dirigen mi vida y mi trabajo?

    2. ¿Cómo estoy viviendo y trabajando con integridad en este momento?

    3. ¿Cómo puedo establecer una meta más elevada en el futuro?

    Como ves, tu identidad es clave en todo esto. Al principio afirmas quién eres creando nuevos hábitos, pero después, esas creencias pueden frenarte. Así que, redefine quién eres para adaptarte a los cambios en tu vida. No te quedes atrapado en antiguas ideas o puestos.

    Por ejemplo, si has pasado toda tu vida trabajando en tu negocio, ¿cómo te sentirías si tuvieras que venderlo?

    La clave para mitigar la pérdida de identidad consiste en redefinirte a ti mismo de tal manera que mantengas importantes aspectos de tu identidad incluso si tu rol cambia. Por ejemplo:

    * «Soy atleta» se convierte en «Soy la clase de persona que es fuerte mentalmente y ama los desafíos físicos».

    * «Soy soldado» se transforma en «Soy el tipo de persona disciplinada, confiable y excelente para trabajar en equipo».

    * «Soy el director ejecutivo» se traduce en «Soy el tipo de persona que construye y que crea cosas».

    James Clear lo resume así: «La ventaja de los hábitos es que podemos hacer cosas sin pensar. La desventaja es que podemos dejar de poner atención en los pequeños errores. La reflexión y la revisión son procesos que te permiten permanecer consciente de tu desempeño a lo largo del tiempo. Entre más nos apegamos a una identidad, más difícil se vuelve crecer más allá de ella.»

    Proverbios 22:29 dice: «Cuando veas a alguien que hace bien su trabajo, no lo verás entre gente de baja condición sino que estará en presencia de reyes.» Estas palabras de la Biblia nos invitan a reflexionar sobre la importancia de dar lo mejor de nosotros en todas las áreas de nuestra vida.

    Nuestra vocación es un llamado de Dios para servir a los demás y contribuir al bien común. Aquellos que son diligentes y hábiles en sus esfuerzos serán reconocidos y elevados, no solo en términos mundanos, sino también por Dios. En lugar de buscar la grandeza por vanidad, el llamado es buscar la grandeza a través del servicio y la dedicación. En ese esfuerzo, confiamos en que Dios nos eleva y utiliza nuestras habilidades para su gloria y para el beneficio de aquellos a quienes servimos.

    Conclusión

    Hoy recordamos que el talento natural puede influir, pero son la práctica intencional y los hábitos conscientes los que nos llevan a la cima. La «Regla de Ricitos de Oro» nos enseñó a encontrar el equilibrio perfecto entre desafío y motivación, manteniendo nuestras metas lo suficientemente desafiantes para mantenernos comprometidos, pero no tan difíciles como para desalentarnos. Y aunque los hábitos automáticos son poderosos, reconocimos el inconveniente de volvernos insensibles a nuestros errores. Aquí es donde entra en juego la reflexión y la revisión del progreso continuo.

    Con la ayuda de Dios, no te conformes con ser apenas competente cuando la grandeza te está llamando. Establece hábitos que te impulsen, encuentra desafíos que te inspiren y, sobre todo, mantén viva la llama de la mejora continua. ¡Hoy es el día para dar el paso hacia tu versión más grandiosa!


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