• junio 1, 2023
  • La vocación de padre

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  • INTRODUCCIÓN

    Y llegó junio. Me encanta el mes de junio, me parece un mes hermoso porque en este mes honramos a los padres. En Sentido Latino queremos dedicar la mayoría de este mes a conversar acerca del arte de ser padres. Y es que los padres vienen en todas las formas y tamaños, y varían mucho en calidad.

    Quizá usted que nos escucha sea padre, abuelo, tío o un futuro papá. O quizá sea sencillamente hijo o esposa. Aun así, siga escuchando. Porque en esta serie de programas vamos a hablar sobre el importante rol de ser padre, qué debemos hacer, por qué es importante y qué sucede cuando fallamos … porque sí, ¡todos fallamos en algún momento!

    LA VOCACIÓN DE PADRE

    Vamos a comenzar hablando de la paternidad como una vocación, recordando que la vocación no es a lo que uno se dedica, sino más bien lo que uno realmente es; tiene que ver con nuestras relaciones básicas. Las vocaciones más importantes son las que empiezan en el hogar: ser hijo, esposo o esposa, padre o madre, etc. La responsabilidad de ser padre es una tarea encomendada por Dios, es una tarea sagrada. ¡Una vocación!

    Sea cual sea su profesión: obrero, comerciante o agricultor, sepa que cuando se dedica a la tarea de criar hijos cuidándolos, proveyéndoles lo necesario y enseñándoles, está realizando una tarea sagrada. ¿Por qué decimos que es ‘sagrada’? Porque es la tarea que Dios nos ha encomendado. No necesita acudir a la Iglesia para hacer algo sagrado. Sólo tiene que hacer lo que Dios le encargó… incluyendo, la paternidad.

    LA ESPIRITUALIDAD EN LA PATERNIDAD

    Cuando hablamos de espiritualidad, no nos referimos a un conjunto de rituales que debemos practicar o creencias que debemos aprender de memoria, sino a lo que realmente creemos y practicamos. Porque la espiritualidad debe guiar no sólo nuestro pensamiento, sino también nuestras decisiones y acciones.

    Según Christopher Smith, terapeuta y consejero pastoral, al aceptar el papel de padre el hombre está cambiando lo que considera importante, aquello que crea un sentido del deber o de vocación en su vida. Ya no podrá mirar más al mundo a través de sus lentes individuales, sino que sentirá la obligación moral de cuidar y tener en cuenta los mejores intereses de otro ser humano.

    La espiritualidad hace que el padre vea a su familia como una comunidad de base de fe. En la medida en que se sienta satisfecho con el papel que desempeña dentro de esa comunidad, sentirá una sensación de realización espiritual. Esta satisfacción generalmente será mayor si sus roles y acciones son consistentes con su fe.

    La espiritualidad hace que el hombre dependa más de Dios en su vocación de ser padre. Comúnmente hablamos de la vocación de las madres y hablamos de esto como un llamado, pero claramente hay muchas dimensiones de la espiritualidad y la vocación que también se aplican a los padres.

    La paternidad es un llamado que crea un sentido del deber para el hombre y remodela toda su comprensión del significado y la relación. Este es un proceso muy individual que variará de un hombre a otro, así como de una situación a otra.

    CÓMO VE LA PATERNIDAD LA SOCIEDAD

    Pero hay una gran diferencia entre ver la paternidad como una vocación y la manera en que la sociedad ve la paternidad. Nuestra sociedad ataca la paternidad. Parece que su único objetivo es derrumbar a los padres, alejarlos, retirar al hombre del rol de padre de familia.

    En muchos programas de televisión la mamá siempre es la que está bien plantada, la que hace que las cosas sigan funcionando, la que arregla los desastres provocados por el papá. Esta imagen se ha convertido en un estándar con que nos estamos familiarizando y aceptando. Nuestra cultura está haciendo que no sea fácil para el hombre ser el tipo de padre que Dios lo llamó a ser.

    Pero hay también otra amenaza, y creo que es una amenaza aún mayor para ser un buen padre. Es la amenaza que proviene de algo que la sociedad llama individualismo y autorrealización, algo que suena bien, pero que en realidad no es más que simple egoísmo. ¿A qué nos referimos con esto? A que la sociedad incentiva a que el hombre haga lo que quiera, incluso ignorando a su esposa e hijos, porque cree que con traer a casa el sueldo ya es suficiente. Después de todo, el hombre es el «macho» de la familia, ¿no?

    Pero Dios nos invita a pensar de manera muy distinta sobre la vida y sobre la paternidad. La paternidad no es una intromisión, no es un rival a nuestra autorrealización. Por el contrario, cuando el hombre se hace cargo de ejercer su paternidad, está cumpliendo con la vocación que Dios le dio. Esa es su razón de ser.

    LOS PADRES Y LAS LABORES DEL HOGAR

    Refiriéndose al matrimonio, en uno de sus sermones el Reformador Martín Lutero, allá por el año 1522, dijo algo así como: «Cuando un padre lava pañales o realiza alguna otra tarea para su hijo y alguien lo ridiculiza como un tonto afeminado, aunque ese padre está actuando en el espíritu que acaba de describir y en la fe cristiana, dime: ¿cuál de los dos está ridiculizando más al otro? Dios, con todos sus ángeles y criaturas, está sonriendo, no porque ese padre esté lavando pañales, sino porque lo esté haciendo en la fe cristiana. Aquellos que se burlan de él y ven solo la tarea, pero no la fe, están ridiculizando a Dios con todas sus criaturas, como el mayor tonto de la tierra».

    Ciertamente que el llamado a ser padre en nuestro contexto contemporáneo es mucho más complejo que simplemente cambiarle el pañal a un bebé como un acto de servicio cristiano. Los padres de hoy enfrentan sus propias renegociaciones de la dinámica trabajo-familia, ya que la sociedad espera que los padres estén cada vez más involucrados como compañeros activos.

    Lo que hoy significa «ser padre» está evolucionando más allá de las definiciones tradicionales del acto de concepción. El número de papás que se quedan en casa se ha más que duplicado en la última década. La esperanza de vida de los hombres está aumentando, lo que permite a los abuelos y bisabuelos de hoy en día redefinir sus relaciones con las generaciones más jóvenes.

    CONCLUSIÓN

    Así que, señores, nuestro desafío está muy claro. Tenemos que aprender a ver la paternidad como un llamado de Dios. Y debemos tomar muy en serio esta sagrada vocación y luchar con todas nuestras fuerzas contra todo lo que quiera interponerse con esa vocación.

    Debemos trabajar para reconstruir el valor de esa vocación. Cuando cumplimos con la tarea que Dios nos encomendó, las cosas funcionan de la manera que deben funcionar y todos se benefician.

    Cumplir con su vocación de padre. Eso es lo que su familia necesita, es lo que sus hijos desesperadamente necesitan y sinceramente, lo crea o no, es lo que las personas que están a su alrededor necesitan. Lo que el mundo necesita son padres que cumplan con su vocación de padres, que amen a sus hijos, se preocupen por ellos, los orienten y eduquen.

    Llegó la hora, ya es tiempo de que los padres tomen en serio la tarea que Dios les dio. Esta es una tarea muy seria mis amigos, pero también es una bendecida y maravillosa tarea… que alegría, que maravilla es ser papá.

    Y quisiera terminar con esta oración de autor anónimo, de un padre por sus hijos, los hijos que engendró biológicamente o en su corazón, los hijos que tiene o los que va a tener.

    «Gracias Dios por mis hijos, por sus preciosas vidas, hoy te pido que los protejas del mal, que seas un escudo alrededor de ellos, que sean librados de peligros, de personas con malas intenciones, malas palabras y mala reputación.

    Señor, que tus ángeles cuiden a mis hijos, protégelos de toda enfermedad o virus del ambiente, que haya un cerco protector dondequiera que vayan, cuando entren o salgan del hogar sean bendecidos, cúbrelos con tu sangre preciosa que derramaste en una cruz para salvación.

    Señor, que mis hijos busquen hacer lo que es correcto, que sus pies no los lleven a lugares de maldad, guarda sus mentes de necedades, de planear el mal contra otros, líbralos de vivir en falsedad y en mentiras.

    Gracias Señor por amar a mis hijos y por escuchar mi oración. Con todo mi corazón te alabo y te bendigo porque eres mi Padre, mi Dios y mi Salvador. Amén.»


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