• julio 10, 2025
  • Te mereces lo mejor

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  • Introducción

    ¿Alguna vez has sentido que necesitas esforzarte el doble para merecer lo bueno en la vida? En nuestra cultura, a menudo nos enseñan que todo tiene que ganarse con sacrificio, que sólo después de mucho esfuerzo somos dignos de amor, éxito o paz. Pero ¿es realmente así?

    Hoy queremos conversar con ustedes acerca del arte del merecimiento, lo que es la práctica de reconocer y aceptar que somos dignos de recibir cosas buenas en la vida sin necesidad de un sacrificio extremo o de demostrar constantemente nuestro valor.

    En muchas culturas, especialmente en las comunidades latinas, existe la idea de que el esfuerzo y el sacrificio son esenciales para ganarse el amor, el respeto y el éxito. Si bien esta mentalidad valora el trabajo arduo, puede llevarnos a creer que no somos dignos de descanso, amor o alegría a menos que lo «ganemos» a través de un gran esfuerzo.

    Desarrollo del tema

    Practicar el arte del merecimiento implica cultivar una mentalidad de amor propio y aceptación. Es aprender a darnos permiso para disfrutar de las bendiciones de la vida sin sentir culpa o vergüenza. Reconocer nuestro valor inherente nos permite recibir con gratitud y vivir una vida más plena, sabiendo que somos merecedores de cosas buenas simplemente por ser quienes somos.

    Este arte del merecimiento nos lleva a vivir una vida equilibrada, en la cual honramos tanto el trabajo como el descanso y tanto el esfuerzo como el placer, y donde construimos nuestra identidad en base a la aceptación y no al sacrificio constante.

    Una frase inspiradora del célebre escritor brasileño Paulo Coelho, que habla sobre el valor propio y el merecimiento, dice:

    «Cuando alguien desea algo, debe saber que corre riesgos; y por eso la vida vale la pena».

    El deseo de algo bueno para nuestras vidas es legítimo y valioso. Es una invitación a reconocer que, si deseamos una vida plena y buena, también merecemos vivirla sin sentirnos menos por no haber “ganado” todo con sacrificios extremos.

    Queremos compartir unos consejos prácticos basados en el artículo de Shulamit Graber, “El arte del merecimiento,” publicado en el sitio de Martha Debayle. Este artículo explora cómo nuestras creencias sobre el esfuerzo y el valor afectan nuestra autoestima y sentido de merecimiento.

    1. Identificar las creencias limitantes. Muchas veces nos autosaboteamos porque creemos que no merecemos cosas buenas. Graber sugiere que empecemos por identificar esas creencias limitantes que nos dicen que no somos dignos de recibir amor, éxito o descanso sin sacrificio. Escribir esas creencias en papel (o decirlas en voz alta) puede ayudarnos a enfrentarlas de manera más clara y directa.

    Por ejemplo: Si has trabajado en el mismo puesto durante años y has visto cómo otros son promovidos pero tú no, tal vez pienses: “No soy lo suficientemente bueno, necesito trabajar más duro”. Pero, si en vez de conformarte con eso te das cuenta de que no es más que una creencia limitante, puedes cambiar tu perspectiva y ver que es posible pedirle a tu jefe que te dé un ascenso basado en tus logros y méritos.

    2. Practicar la autocompasión y el respeto propio: Aceptarnos con nuestras fortalezas y debilidades es fundamental. Para Graber, la compasión hacia uno mismo es clave. Trata de ser amable contigo mismo y háblate a ti mismo de la misma manera como le hablas a alguien que amas. Esta práctica constante fortalece el respeto propio y abre la puerta a sentir que merecemos cosas buenas.

    Por ejemplo: Si eres un estudiante universitario y cometes un error en un examen importante, en lugar de castigarte con pensamientos como: “Soy un fracaso”, date un momento para respirar y recordarte: “Todos cometemos errores, y estoy aprendiendo”. Con una actitud compasiva, puedes tomar medidas como pedir ayuda a un profesor, y así, en lugar de desmotivarte, crecerás académicamente y te darás la oportunidad de mejorar.

    3. Establecer límites y prioridades: Saber decir «no» es esencial para no agotarnos ni caer en la trampa de la sobrecarga. Graber menciona que establecer límites saludables es una señal de respeto hacia nosotros mismos. Al dar prioridad a lo que realmente valoramos y necesitamos, empezamos a demostrar que nuestro bienestar es importante y que merecemos cuidar de él.

    Por ejemplo: Si eres una madre que trabaja en casa y se encuentra diciendo “sí” a cada pedido de su esposo, hijos y padres, hasta el punto de sentirte totalmente agotada, considera la importancia de los límites. Al tomarte una noche a la semana para dedicarte a una actividad que te guste, o al pedir ayuda en la casa, verás una mejora en tu energía y en tu ánimo. Tu familia aprenderá a valorar y respetar tu espacio, y entenderá que tú también necesitas tiempo para ti misma.

    4. Aceptar el placer sin culpa: A menudo asociamos el placer con la culpa, como si disfrutar de la vida fuera un «premio», y no un derecho. Graber propone aprender a disfrutar sin remordimientos, permitiéndonos pequeños momentos de placer sin necesidad de justificarlos. Esto puede ir desde disfrutar de un buen café hasta tomarnos un descanso bien merecido.

    Por ejemplo: Si eres un emprendedor acostumbrado a asociar el descanso con la pereza, tal vez sientas culpa cada vez que te tomas una hora para relajarte. Sin embargo, intenta darte permiso para disfrutar un almuerzo sin revisar el celular o tomarte un domingo libre para ver tus series favoritas. Con el tiempo descubrirás que estos momentos de disfrute te permiten volver a tu trabajo con más energía y creatividad.

    5. Visualizar el éxito y la plenitud: Imagina cómo sería tu vida si te sintieras completamente merecedor de todo lo bueno. Graber sugiere que practiquemos la visualización para acostumbrarnos a esa idea, cultivando una mentalidad de abundancia y aceptación.

    Por ejemplo: Si has tenido dificultades económicas y sueñas con tener tu propio negocio, pero piensas que “no es para alguien como yo”, puedes empezar a practicar la visualización. Imagínate como dueño de un negocio exitoso, y permite que cada día ese sueño te inspire a dar pequeños pasos que te vayan acercando cada vez más a concretarlo, como ahorrar o estudiar sobre negocios. Esta visualización constante fortalecerá tu motivación y te guiará hacia la realización de tus metas.

    Consultar la Biblia para temas como el merecimiento es fundamental porque la Palabra de Dios nos ayuda a recordar nuestra identidad y valor, no desde nuestras propias obras o logros, sino desde la perspectiva de Dios, quien nos ama y nos llama sus hijos.

    En una cultura que a menudo condiciona el valor al esfuerzo o al éxito, el mensaje bíblico nos da una perspectiva más firme: somos valiosos y merecedores del amor de Dios por el sacrificio que Jesucristo hizo al morir en la cruz, y no por lo que podamos lograr por nuestra cuenta.

    En la carta del apóstol Pablo a los Efesios, se nos recuerda que “Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es don de Dios, no por obras, para que nadie se jacte” (2:8-9). Este pasaje nos muestra que, en Cristo, ya hemos recibido el regalo de ser aceptados incondicionalmente.

    El amor de Dios no está basado en lo que hemos hecho o dejado de hacer, sino en su gracia. Entonces, en lugar de buscar nuestra identidad en los estándares del mundo, que nos hacen sentir insuficientes, enfoquémonos en la verdad que Dios nos ha dado: somos sus hijos amados. Y cuando las dudas o las inseguridades nos asalten, volvamos a Cristo y recordemos que él, con su sacrificio, nos ha dado un valor eterno que nadie puede quitarnos.

    Te invitamos a descargar gratis el folleto “Mi lugar en el plan de Dios” en la sección RECURSOS de nuestra página web.

    Conclusión

    Hoy hemos hablado acerca de que somos dignos de recibir cosas buenas en la vida sin tener que ganarlas exclusivamente a través de sacrificio extremo. Como latinos en Estados Unidos, muchas veces llevamos la mentalidad de esfuerzo constante hasta el punto de olvidar nuestro valor intrínseco. Pero la realidad es que merecemos amor, paz y éxito simplemente por quienes somos y, como hijos de Dios, podemos vivir de manera que refleje esa dignidad.

    Recordemos que nuestro bienestar es importante. Practiquemos la autocompasión, establezcamos límites sanos y aprendamos a disfrutar sin culpa. Reconozcamos que podemos vivir una vida plena y equilibrada, honrando tanto el trabajo como el descanso. Al hacerlo, nos abrimos a recibir y a construir una vida que refleje nuestro verdadero valor, reconociendo que nos merecemos lo mejor.


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