• abril 21, 2022
  • Un nuevo comienzo

  • Regresa

  • INTRODUCCIÓN

    ¿Sabes cuál es mi día favorito de la semana? ¡El jueves! Primero porque conversamos con nuestros queridos oyentes de Sentido Latino y segundo porque es un día excelente para comenzar cosas. Sí, el jueves. Antes me gustaban los lunes para iniciar, por ejemplo, una dieta, o un nuevo libro o una rutina de ejercicios… o para iniciar un cambio rotundo en mi vida. Pero luego cambié de opinión y abracé los jueves porque es un día diferente: no es el inicio de la semana, no es el medio de la semana, no es el fin de semana… es el día perfecto para comenzar de nuevo.

    Hoy no es el inicio del año, ni la mitad del año ni tampoco el fin de año, pero es el día perfecto para comenzar de nuevo. Y de eso queremos conversar el día de hoy: de las caídas y las levantadas, de los nuevos comienzos y las nuevas oportunidades. Sí, en abril y no en Año Nuevo.

    LOS RETOS DE LA VIDA

    Jesús, el gran Maestro de todos los tiempos, dijo: «En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo». ¡Y sí que enfrentamos aflicciones y retos en esta vida! Y cuán cierto es también que Jesús los venció todos.

    Dios no nos ha pedido que soportemos nada que él mismo no haya soportado. Él nos entiende porque también enfrentó grandes retos y dificultades. Y nos dejó un gran ejemplo.

    Entonces recuerda: cuando la vida te golpea, no es nada personal. Todos pasamos por problemas en este mundo.

    Pero también hay otra cosa: si bien todos tenemos problemas, no todos salimos de ellos de la misma forma. ¿Alguna vez has notado esto? Dos personas pueden sufrir de maneras casi idénticas, pero mientras que una sale más fuerte que antes, la otra cierra las persianas, baja las luces y se encierra en un dolor interminable. Todos tenemos problemas y luchas, pero solo algunos de nosotros logramos sobreponernos y levantarnos.

    Invertir tiempo y energía tratando de descubrir por qué tenemos problemas no ayuda a nadie. Las personas sabias se hacen otra pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre quienes crecen a raíz de los problemas y quienes son aplastados por ellos?

    Acabamos de celebrar la Pascua o el Día de Resurrección. Nunca en la historia ha habido un triunfo mayor sobre los retos y dificultades: Jesús soportó las aflicciones, derrotó a la muerte y salió victorioso. Al hacerlo así, Dios no solo nos prepara para el regreso de Jesús, sino también para cuando nosotros tengamos que levantarnos y comenzar de nuevo.

    Si todavía crees que tienes derecho, ya sea por tu fe, tu bondad, tu buena apariencia o cualquier otra cosa, a una vida sin problemas, cuanto antes dejes de creer en ese cuento de hadas, mejor será. En este mundo vas a tener problemas. Deja de creer en algo que Dios no te ha prometido.

    Dios no me ha prometido una vida sin problemas, sino que me está enseñando cómo levantarme y comenzar de nuevo cada vez que la vida me golpea, porque Él ya lo ha hecho y ha vencido. Las personas que triunfan ante la adversidad, parecen tener esto muy claro.

    LA ÚLTIMA PALABRA

    Ya hemos dejado bien claro en programas anteriores nuestra postura en cuanto a los problemas y tragedias:

    1- Primero, que Dios no es quien causa nuestros problemas. Más bien, ellos son el resultado de decisiones equivocadas, de comportamientos egoístas o del quebrantamiento humano.

    2 – Aun así, Dios usa esos problemas para formarnos y moldearnos.

    Es muy probable que conozcas a personas que volvieron a comenzar luego que la vida las golpeara con todo tipo de problemas, y que puedas ver en ellos cómo Dios utilizó esos problemas para sacar algo bueno a partir de ellos.

    Esto también es cierto para tu vida. Lo difícil es mantener el equilibrio entre el reconocer que Dios no es la causa de tus problemas y que Él puede usar esos problemas para formarte. Pero recuerda: Dios es infinitamente bueno y te ama también infinitamente.

    Si quieres triunfar ante las adversidades, debes recordar que es Dios, y no los problemas, quien tiene la última palabra.

    En la sección de recursos puede descargar gratis el folleto
    Volver a comenzar.

    ES HORA DE COMENZAR DE NUEVO

    Comprender lo que hemos conversado aquí es un gran comienzo, pero la parte difícil viene después: ponerlo en práctica. Para ello, tienes que hacer lo que ha hecho todo luchador que haya sido derribado pero no vencido: tienes que levantarte y volver a comenzar. Por más agotador y doloroso que sea, debes poner tus piernas firmemente debajo de ti y comenzar a pararte sobre algo sólido.

    Dependiendo de lo que estés enfrentando, esto te puede parecer imposible, pero recuerda que no estás solo. Por todo el mundo hay personas que también están tomando la decisión de levantarse y volver a comenzar después de haber sido derribados por la vida. ¡Únete a ellos!

    Recuerda que tú tienes un arma secreta: Jesús está contigo. A él le importa lo que te sucede, sabe cuánto duelen los golpes de la vida y le ha mostrado al mundo que tiene poder para levantarse de la muerte y comenzar de nuevo.

    A continuación tenemos algunas sugerencias prácticas sobre cómo encarar tus adversidades, levantarte y comenzar de nuevo a la luz de la Resurrección de Jesús.

    1- Recuerda que Dios nunca te prometió una vida sin problemas.

    * Agradécele a Dios por los días sin problemas, reconociendo lo especiales que son.

    * Apoya a quienes están pasando por dificultades ofreciendo ayudarlos, orando por ellos y/o contribuyendo financieramente para brindarles alivio.

    * Lee los Evangelios, especialmente las últimas partes, para recordar que no estás solo; Dios no es ajeno a tus problemas.

    * Únete a un grupo de apoyo de personas que están pasando por problemas similares; cuanto más te des cuenta de que no estás solo, mejor va a ser.

    2. Recuerda que Dios puede redimir hasta los problemas más insensatos.

    * Piensa y escribe cómo Dios usó (no causó) tus problemas en el pasado para formarte.

    * Comienza a pedirle a Dios más por tu formación que por tu protección.

    * Lee las biografías de personas inspiradoras que fueron moldeadas por sus problemas.

    3. Recuerda que Dios siempre es bueno con quienes lo aman.

    * Registra en un diario las formas en que Dios te muestra su bondad, no importa cuán pequeñas sean.

    * Lee historias de la bondad de Dios en los demás. El libro de los Salmos es un excelente lugar para comenzar al igual que las primeras partes de los Evangelios, donde Jesús se preocupa por las personas que sufren.

    CONCLUSIÓN

    Jesús entiende nuestros problemas y sufrimientos. También lo hace el Padre, quien tuvo que ver cómo las personas que él creó y amó se volvieron contra su amado Hijo. Hay pocas cosas más dolorosas de presenciar para un padre que ver a sus hijos siendo lastimados. ¿Te imaginas el dolor en el corazón del Padre celestial cuando los celos y el odio llegaron a un punto tal que sus propias criaturas derramaron la sangre de su único Hijo?

    Dios se ha unido a nosotros en nuestro dolor y lo comprende y nos da el mejor ejemplo: levantarnos y comenzar de nuevo cuantas veces sea necesario. Cuando experimentamos dolor y pérdida no estamos solos: Dios ya ha estado allí y sigue estando allí con nosotros y para nosotros.

    Y una vez que dejas de creer en el cuento de hadas de una vida sin problemas y aceptas cómo Dios usa (no causa) los problemas para producir cosas buenas en tu vida, te será más fácil creer que Dios es bueno, incluso cuando la vida no lo sea.

    Y es que cuando uno comienza a confiar en la bondad de Dios en medio de los problemas, es cuando comienza a desarrollarse un ciclo increíble. Cuanto más CONFÍAS en la bondad de Dios en medio de las dificultades más puedes VER su bondad, y esto te permite confiar aún más en su bondad.

    Cada vez que enfrentes sufrimiento o desesperanza, recuerda la cruz donde Jesús sufrió y murió por tu bien y la tumba de la cual resucitó victoriosamente y comenzó de nuevo.

    Y aquí va un último consejo rápido para comenzar de nuevo: No importa cuán malas sean las cosas en este momento de tu vida, comienza a buscar hoy señales de la bondad de Dios. Escribe diez señales de la bondad de Dios todos los días, sin importar cuán pequeñas sean. Una vez que comiences a verlas, notarás que hay muchas más.


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