El favor de Dios

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Querer agradar a los demás hace que descuidemos nuestras necesidades y nos hace tomar decisiones basadas en su aprobación. Estas dos actitudes nos llevan a desilusionarnos con nosotros mismos cuando las cosas no funcionan. El apóstol Pablo nos dice en Gálatas 1:10:

Queda claro que no es mi intención ganarme el favor de la gente, sino el de Dios.
Si mi objetivo fuera agradar a la gente, no sería un siervo de Cristo.

Cuando cedes a las demandas de los demás, permites que ellos, y no Dios, controlen tu vida. Dios no quiere que sirvas a las personas por miedo, sino por amor a ellas y a Él. Pídele hoy a Dios que te ayude a buscar complacerle solo a Él.

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