La alegría no la encontramos en las circunstancias cambiantes de la vida, sino en el amor y el cuidado constante del Señor. La alegría es un regalo divino que ilumina incluso los días más oscuros que podamos tener. Su alegría no es una alegría superficial, sino un río profundo que fluye desde la fuente inagotable de la gracia divina. El Salmo 4 dice:
«Tú has hecho que mi corazón rebose de alegría, alegría mayor que la que tienen los que disfrutan de trigo y vino nuevo en abundancia» (Salmo 4:7 NVI).
Es mi oración que la alegría en el Señor sea tu fortaleza en medio de la adversidad y que cada día, en cada circunstancia, la compartas con quienes te rodean. Porque la alegría que Jesús nos da no se desvanece, sino que brilla incluso en las noches más oscuras.
Las emociones son el tejido que enriquece nuestra experiencia humana, pero también pueden ser un terreno movedizo. Las emociones nos permiten sentir profundamente, pero también pueden ser engañosas. En momentos de alegría, recordemos que nuestro gozo verdadero proviene de Dios. En momentos de tristeza, recordemos que encontramos consuelo en Su promesa de estar cerca de los quebrantados de corazón. En Proverbios 4, se nos aconseja:
«Por sobre todas las cosas cuida tu corazón, porque de él mana la vida.» (Proverbios 4:23 NVI)
En medio de la tormenta emocional, recordemos que nuestro corazón guardado en Dios es un lugar donde la verdad y la gracia se entrelazan. Que nuestras emociones reflejen la verdad de Su amor y la gracia que fluye de Él, convirtiéndolas en una hermosa sinfonía de adoración.
La compasión mira más allá de las imperfecciones y necesidades del otro para ver su dolor y sufrimiento. Es más que un sentimiento; es la expresión activa del amor que Dios nos ha mostrado. Jesús, el Buen Pastor, sintió compasión por las multitudes desorientadas y actuó para aliviar su sufrimiento. En Mateo 9 leemos:
«Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor» (Mateo 9:36)
Propongámonos hoy que la compasión no sólo resida en nuestras emociones, sino que se manifieste en acciones que alivien el sufrimiento y apunten hacia el Dios compasivo que amamos. En un mundo lleno de dolor y desesperación, reflejemos la compasión de Cristo.
Nuestro carácter afecta cada cosa que hacemos e impacta cada relación que tenemos. Mejorarlo es un desafío constante, pero es un aspecto crucial para vivir una vida plena y significativa.
La Biblia nos proporciona valiosos consejos que nos inspiran y guían en nuestro camino hacia la mejora de nuestro carácter. Proverbios 22:1 nos dice:
«Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y la buena reputación más que la plata y el oro» (Proverbios 22:1 NVI)
En otras palabras, es más importante ser personas íntegras y de buen carácter y reputación, que ser ricos o famosos. Nada se consigue de la noche a la mañana. Mejorar nuestro carácter es un proceso continuo que requiere dedicación y esfuerzo, pero sobre todo humildad para pedir la ayuda de Dios.
Ser el padre que tus hijos necesitan es un desafío constante, pero también es una bendición y una responsabilidad. La Biblia nos proporciona sabiduría y guía en nuestro papel como padres, alentándonos a criar a nuestros hijos de una manera que honre a Dios. Escuchemos lo que nos dice en Efesios 6:4:
«Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan. Más bien, críenlos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor» (Efesios 6:4 NTV)
Ser un buen padre significa disciplinar a nuestros hijos en amor, enseñarles el camino del Señor desde pequeños y amarlos incondicionalmente. Si confiamos en Dios y seguimos estos principios en nuestra tarea de padres, marcaremos una diferencia en la vida de nuestros hijos y los prepararemos para que sean personas de bien y temerosas de Dios.
A veces nos encontramos con personas que son groseras, egoístas, carentes de compasión y llenas de envidia o rencor. Es que las malas actitudes son una triste realidad que enfrentamos a diario y que pueden afectar nuestra vida y las relaciones con nuestro prójimo.
La Palabra de Dios nos dice en Proverbios 15:1:
«La respuesta amable calma el enojo; la respuesta grosera lo enciende más» (Proverbios 15:1 TLA)
Las malas actitudes son dañinas tanto para nosotros como para los que nos rodean, porque siempre tienen un impacto negativo. Pero si somos amables y considerados, podemos ayudar a calmar las situaciones difíciles y promover la armonía. Propongámonos hoy seguir el ejemplo de Jesús y cambiar nuestras actitudes negativas, para así ser una influencia positiva en el mundo.
La bondad se manifiesta en la generosidad, la compasión, la amabilidad, el perdón y el respeto hacia los demás. No es fácil practicar la bondad en todas las circunstancias y situaciones de la vida, pero es necesario y posible.
La Biblia resalta la importancia de la bondad cuando nos dice en Efesios 4:32a:
«Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros…» (Efesios 4:32a NVI)
Dios espera que practiquemos la bondad no sólo implica tratando a los demás con amabilidad, sino también mostrándoles compasión y perdonando cuando sea necesario. Porque al hacerlo no solo impactamos positivamente sus vidas, sino que también cosechamos bendiciones en nuestras propias vidas. Busquemos hoy oportunidades para tratar con bondad a quienes nos rodean.
En un mundo cada vez más individualista y centrado en uno mismo, la insensibilidad se ha vuelto una característica preocupante de nuestra sociedad. La insensibilidad es un rasgo que muestra falta de empatía hacia los sentimientos y sufrimientos de los demás.
La Biblia nos dice en Proverbios 21:13
«Quien cierra sus oídos al clamor del pobre llorará también sin que nadie le responda» (Proverbios 21:13 NVI)
Es que Dios condena la insensibilidad hacia aquellos que están pasando necesidad y nos insta a ser compasivos y a ayudarles. Seamos sensibles a las necesidades del prójimo y brindémosle ayuda y apoyo, buscando el bienestar de los demás y practicando el amor y la compasión en todo momento.
La calumnia es el acto de difamar y difundir información falsa sobre alguien con el propósito de dañar su reputación. Es un comportamiento destructivo que puede causar un gran daño emocional y social a las personas afectadas. ¡Cuán fácil es hablar mal del otro para quedar bien uno! Sin embargo, el hacerlo va en contra lo que significa amar a nuestro prójimo.
En Proverbios 21:23 leemos:
«Quien tiene cuidado de lo que dice nunca se mete en problemas» (Proverbios 21:23 TLA)
Estas palabras de la Biblia nos animan a cuidar nuestras palabras y a ser conscientes del impacto que pueden tener en los demás. Entonces, en vez de participar de una calumnia, hoy te invito a que te esfuerces por ser compasivo, amable y justo en el trato con todas las personas.
El amor de madre es un amor inigualable, excepcional y desinteresado. Es un amor que se entrega sin medida, se sacrifica sin pensarlo dos veces y se renueva día a día. Es un amor que surge desde lo más profundo del corazón y se extiende a través de los actos de cuidado, dedicación y protección. El amor de madre es una manifestación del amor de Dios en nuestras vidas, como leemos en Isaías 66:13, donde Dios nos dice:
«Como madre que consuela a su hijo,
así yo los consolaré a ustedes» (Isaías 66:13 NVI).
Reconozcamos y valoremos el amor de nuestras madres, y agradezcamos hoy a Dios por su presencia en nuestras vidas.