Nuestro carácter afecta cada cosa que hacemos e impacta cada relación que tenemos. Mejorarlo es un desafío constante, pero es un aspecto crucial para vivir una vida plena y significativa.
La Biblia nos proporciona valiosos consejos que nos inspiran y guían en nuestro camino hacia la mejora de nuestro carácter. Proverbios 22:1 nos dice:
«Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y la buena reputación más que la plata y el oro» (Proverbios 22:1 NVI)
En otras palabras, es más importante ser personas íntegras y de buen carácter y reputación, que ser ricos o famosos. Nada se consigue de la noche a la mañana. Mejorar nuestro carácter es un proceso continuo que requiere dedicación y esfuerzo, pero sobre todo humildad para pedir la ayuda de Dios.
Ser el padre que tus hijos necesitan es un desafío constante, pero también es una bendición y una responsabilidad. La Biblia nos proporciona sabiduría y guía en nuestro papel como padres, alentándonos a criar a nuestros hijos de una manera que honre a Dios. Escuchemos lo que nos dice en Efesios 6:4:
«Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan. Más bien, críenlos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor» (Efesios 6:4 NTV)
Ser un buen padre significa disciplinar a nuestros hijos en amor, enseñarles el camino del Señor desde pequeños y amarlos incondicionalmente. Si confiamos en Dios y seguimos estos principios en nuestra tarea de padres, marcaremos una diferencia en la vida de nuestros hijos y los prepararemos para que sean personas de bien y temerosas de Dios.
A veces nos encontramos con personas que son groseras, egoístas, carentes de compasión y llenas de envidia o rencor. Es que las malas actitudes son una triste realidad que enfrentamos a diario y que pueden afectar nuestra vida y las relaciones con nuestro prójimo.
La Palabra de Dios nos dice en Proverbios 15:1:
«La respuesta amable calma el enojo; la respuesta grosera lo enciende más» (Proverbios 15:1 TLA)
Las malas actitudes son dañinas tanto para nosotros como para los que nos rodean, porque siempre tienen un impacto negativo. Pero si somos amables y considerados, podemos ayudar a calmar las situaciones difíciles y promover la armonía. Propongámonos hoy seguir el ejemplo de Jesús y cambiar nuestras actitudes negativas, para así ser una influencia positiva en el mundo.
La bondad se manifiesta en la generosidad, la compasión, la amabilidad, el perdón y el respeto hacia los demás. No es fácil practicar la bondad en todas las circunstancias y situaciones de la vida, pero es necesario y posible.
La Biblia resalta la importancia de la bondad cuando nos dice en Efesios 4:32a:
«Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros…» (Efesios 4:32a NVI)
Dios espera que practiquemos la bondad no sólo implica tratando a los demás con amabilidad, sino también mostrándoles compasión y perdonando cuando sea necesario. Porque al hacerlo no solo impactamos positivamente sus vidas, sino que también cosechamos bendiciones en nuestras propias vidas. Busquemos hoy oportunidades para tratar con bondad a quienes nos rodean.
En un mundo cada vez más individualista y centrado en uno mismo, la insensibilidad se ha vuelto una característica preocupante de nuestra sociedad. La insensibilidad es un rasgo que muestra falta de empatía hacia los sentimientos y sufrimientos de los demás.
La Biblia nos dice en Proverbios 21:13
«Quien cierra sus oídos al clamor del pobre llorará también sin que nadie le responda» (Proverbios 21:13 NVI)
Es que Dios condena la insensibilidad hacia aquellos que están pasando necesidad y nos insta a ser compasivos y a ayudarles. Seamos sensibles a las necesidades del prójimo y brindémosle ayuda y apoyo, buscando el bienestar de los demás y practicando el amor y la compasión en todo momento.
La calumnia es el acto de difamar y difundir información falsa sobre alguien con el propósito de dañar su reputación. Es un comportamiento destructivo que puede causar un gran daño emocional y social a las personas afectadas. ¡Cuán fácil es hablar mal del otro para quedar bien uno! Sin embargo, el hacerlo va en contra lo que significa amar a nuestro prójimo.
En Proverbios 21:23 leemos:
«Quien tiene cuidado de lo que dice nunca se mete en problemas» (Proverbios 21:23 TLA)
Estas palabras de la Biblia nos animan a cuidar nuestras palabras y a ser conscientes del impacto que pueden tener en los demás. Entonces, en vez de participar de una calumnia, hoy te invito a que te esfuerces por ser compasivo, amable y justo en el trato con todas las personas.
El amor de madre es un amor inigualable, excepcional y desinteresado. Es un amor que se entrega sin medida, se sacrifica sin pensarlo dos veces y se renueva día a día. Es un amor que surge desde lo más profundo del corazón y se extiende a través de los actos de cuidado, dedicación y protección. El amor de madre es una manifestación del amor de Dios en nuestras vidas, como leemos en Isaías 66:13, donde Dios nos dice:
«Como madre que consuela a su hijo,
así yo los consolaré a ustedes» (Isaías 66:13 NVI).
Reconozcamos y valoremos el amor de nuestras madres, y agradezcamos hoy a Dios por su presencia en nuestras vidas.
El dominio propio es una cualidad que nos permite controlar nuestras acciones, emociones y pensamientos. Quienes carecen de dominio propio son como una ciudad vulnerable y expuesta a todo tipo de peligros. La Biblia lo dice de esta manera en Proverbios 25:28:
«Una persona sin control propio es como una ciudad con las murallas destruidas» (Proverbios 25:28 NTV)
El dominio propio nos ayuda a vivir una vida equilibrada y en armonía con nuestro prójimo. Nos permite tomar decisiones sabias, controlar nuestras emociones y resistir las tentaciones. En definitiva, el dominio propio nos acerca cada vez a la plenitud de la estatura de Cristo.
¿Qué cosas te preocupan, quitándote el sueño o la tranquilidad? Las preocupaciones son una lucha común en la vida cotidiana. Pero, ¿acaso logramos algo con preocuparnos? Escuchemos lo que Jesús nos dice en Mateo 6:27 sobre cómo lidiar con las preocupaciones:
«¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida?» (Mateo 6:27 NTV)
El preocuparnos no nos lleva a ningún lado. Al contrario, nos quita la paz y la capacidad de disfrutar de la vida. En lugar de permitir que las preocupaciones gobiernen nuestra vida, Dios nos invita a confiar en Él, recordándonos que Él siempre cuida de nosotros. Entreguemos nuestras preocupaciones a Dios. Después de todo, solo Él tiene el control de todas las cosas, y solo Él puede darnos esa paz que trasciende todo entendimiento.
En algún momento de la vida todos nos enfrentamos con algún tipo de adversidad. ¿Cómo reaccionamos cuando esto nos sucede? ¿Podemos encontrar fuerza en nuestra relación con Dios y en la promesa de que Él trabaja todas las cosas para nuestro bien? Veamos lo que nos dice 2 Corintios 4:17:
«Las dificultades que tenemos son pequeñas, y no van a durar siempre. Pero, gracias a ellas, Dios nos llenará de la gloria que dura para siempre: una gloria grande y maravillosa (2 Corintios 4:17 TLA)»
En lugar de perder la esperanza, podemos confiar en que Dios obrará a través de nuestras dificultades. Aunque pasemos por momentos difíciles, Dios puede llevarnos a una mayor confianza en Él y a un entendimiento más profundo de su amor y su gracia. Él tiene un plan y un propósito más grande para nuestras vidas.