A todos nos sucede que nos sentimos desanimados, como que no tenemos la capacidad de hacerle frente a los problemas o tareas que tenemos por delante. Dicho de otra manera, sentimos casi como que el mundo se nos viene encima. Cuando estés pasando por uno de esos momentos, recuerda y medita sobre lo que Dios nos dice a través del profeta Sofonías:
«Porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso. Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos» (Sofonías 3:17 NVI).
Ten presente que el Señor te ama con amor eterno y que nunca te dejará, ni siquiera en tus peores momentos. Él siempre quiere lo mejor para ti.
¿Te has detenido a pensar en lo rápido que se pasan los días? Es interesante ver lo acelerada que llevamos nuestra vida. Cuando somos niños queremos ser adolescentes; cuando somos adolescentes queremos ser adultos y cuando somos adultos quisiéramos poder retroceder el tiempo para volver a vivir con la inocencia de la niñez o la despreocupación de la juventud. Lo cierto es que nos enfocamos tanto en el futuro, que nos perdemos de saborear el presente. El Salmo 90 nos dice:
«Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría» (Salmo 90:12 NTV).
Te invito a que le pidas a Dios que te enseñe a vivir y disfrutar todas las bendiciones con que cubre tu vida cada día.
Si tienes dificultad para levantarte en las mañanas para ir a trabajar, quizás sea porque la única motivación que tengas es el dinero que recibirás al final de la jornada. O quizás sea porque sientes que tus compañeros o superiores no aprecian lo que haces. ¿Qué tal si te digo que Dios tiene un propósito para contigo allí, en tu lugar de trabajo, y que espera que siempre des lo mejor de ti? La Biblia nos exhorta en Colosenses 3 con las siguientes palabras:
«Hagan lo que hagan, trabajen de buena gana, como para el Señor y no como para nadie en este mundo.» (Colosenses 3:23 NVI).
Te exhorto a que le pidas al Señor que te ayude a recordar cada día que todo lo que haces lo haces para Él.
Todos tenemos problemas que nos preocupan y ocupan nuestro tiempo, a veces tanto, que nos olvidamos de atender las necesidades de quienes nos rodean. Pero Dios está dispuesto a hacerse cargo de nuestros problemas, sólo debemos confiárselos a Él. Y al hacerlo, vamos a tener tiempo para ver las necesidades de nuestro prójimo y encontrar la mejor manera de ser una bendición en sus vidas. En el libro de los Proverbios, leemos lo siguiente:
«Es un pecado despreciar al prójimo; ¡dichoso el que se compadece de los pobres!» (Proverbios 14:21 CST).
Hoy te aliento a que no cierres los ojos a lo que ocurre a tu alrededor. Hay muchas necesidades que tú puedes saciar. Y recuerda que Dios te ha bendecido para que seas de bendición a muchos.
¿Alguna vez te has sentido como que estás en una encrucijada y no sabes cuál camino escoger, o se te hace difícil tomar una decisión o no tienes claro cómo debes actuar? Si es así, quizás te sirva de consuelo saber que no estás solo. Algunos más y otros menos, pero todos pasamos por situaciones similares. Cuando algo así nos sucede, tenemos recursos a los cuales recurrir. El primero, y más importante, es pedirle a Dios que te guíe y te señale lo que Él quiere que hagas. Dice el Salmo:
«Tú eres mi Dios. ¡Enséñame a hacer lo que quieres que yo haga!
¡Permite que tu buen espíritu me lleve a hacer el bien!» (Salmo 143:10 TLA).
Dios te ama. Si le pides que te muestre el camino por el cual debes transitar, Él lo hará.
La vida es como un gigantesco rompecabezas con piezas de diferentes formas: a medida que vamos avanzando por ella, las piezas se van poniendo en su lugar. Pero es más fácil saber dónde poner las piezas cuando miramos el diseño en la tapa de la caja del rompecabezas. De la misma forma, cuando compartimos con nuestros hijos las promesas de la Palabra de Dios les estamos ayudando a ver el resultado final, a la vez que obedeciendo lo que Dios ordena en el libro de Deuteronomio, donde dice:
Estas palabras que hoy te mando cumplir estarán en tu corazón, y se las repetirás a tus hijos… Deuteronomio 6:6-7
Te invito a que dirijas a tus hijos al Dios que los creó y al Salvador que los rescató y que prometió no abandonarlos jamás. Él se encargará de mostrarles el diseño que tiene preparado para ellos.
La vida es como un gigantesco rompecabezas con piezas de diferentes formas: a medida que vamos avanzando por ella, las piezas se van poniendo en su lugar. Pero es más fácil saber dónde poner las piezas cuando miramos el diseño en la tapa de la caja del rompecabezas. De la misma forma, cuando compartimos con nuestros hijos las promesas de la Palabra de Dios les estamos ayudando a ver el resultado final, a la vez que obedeciendo lo que Dios ordena en el libro de Deuteronomio, donde dice:
Estas palabras que hoy te mando cumplir estarán en tu corazón, y se las repetirás a tus hijos… Deuteronomio 6:6-7
Te invito a que dirijas a tus hijos al Dios que los creó y al Salvador que los rescató y que prometió no abandonarlos jamás. Él se encargará de mostrarles el diseño que tiene preparado para ellos.
«Pon los pies sobre la tierra», decimos a veces, cuando alguien no está comportándose de acuerdo con su realidad y está actuando de manera equivocada. Esta expresión tiene mucho de verdad, ya que para enfrentar correctamente nuestra realidad debemos aceptarla y poner los pies sobre la tierra. Pero también es cierto que necesitamos tener los ojos puestos en el cielo. Hebreos 12 dice:
Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe. Hebreos 12:2
Cuando las emociones quieran tomar el control de tus actos, te animo a que pongas y mantengas tu mirada en las cosas del cielo. Solo así podrás ver la vida desde la perspectiva y propósito eterno de Dios y podrás seguir con los pies sobre la tierra.
«Pon los pies sobre la tierra», decimos a veces, cuando alguien no está comportándose de acuerdo con su realidad y está actuando de manera equivocada. Esta expresión tiene mucho de verdad, ya que para enfrentar correctamente nuestra realidad debemos aceptarla y poner los pies sobre la tierra. Pero también es cierto que necesitamos tener los ojos puestos en el cielo. Hebreos 12 dice:
Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe. Hebreos 12:2
Cuando las emociones quieran tomar el control de tus actos, te animo a que pongas y mantengas tu mirada en las cosas del cielo. Solo así podrás ver la vida desde la perspectiva y propósito eterno de Dios y podrás seguir con los pies sobre la tierra.
Cuando nos hemos caído, ya sea porque nos hemos equivocado o porque alguien nos ha herido, siempre podemos levantarnos y empezar con nuevos bríos y con la fuerza que el Señor nos da. Tú puedes llegar a los pies del Maestro y presentarle lo que quedó de ti después del sufrimiento. Te sorprenderás de lo que saldrá cuando el Señor reconstruya lo dañado, porque para el Señor todo es posible. Así que, no te inquietes. El Salmo 42 dice:
¡Pero no hay razón para que me inquiete! ¡No hay razón para que me preocupe! ¡Pondré mi confianza en Dios mi salvador! ¡Sólo a él alabaré! Salmo 42:5
¡Sigue luchando! No permitas que las circunstancias te dobleguen. Pon tu confianza en el Señor y alábalo. De lo demás se encarga Dios.