• octubre 27, 2022
  • Evolucionamos o nos extinguimos

  • Regresa

  • INTRODUCCIÓN

    El día de hoy queremos hablar de una sola palabra: NO. Sencillamente, no. Y es que a lo largo de la historia han surgido personas valientes que se han atrevido a decir que no y han causado cambios enormes por no conformarse o quedarse de brazos cruzados frente a injusticias o malas acciones. Al ser humano no le gustan los cambios, pero si no cambiamos, si no nos permitimos evolucionar y mejorar, vamos a morir. Porque este mundo es un mundo cambiante. El mundo gira y gira sin parar. La vida cambia y cambia sin parar. Y nosotros podemos ser parte del cambio, podemos ser esos agentes de cambio con solo decir: no.

    Personas que han dicho que no

    Rosa Parks dijo que NO cuando le pidieron renunciar a su asiento. Ella estaba cansada de un día completo de trabajo, y se subió a un autobús el 1ero de diciembre de 1955. Parks se negó a obedecer la orden del conductor que le dijo que renunciara a su asiento y se trasladara a la parte de atrás del autobús para que una persona blanca pudiera sentarse en su lugar. Ella dijo que no y fue arrestada por desobediencia civil. El acto de desafío de Parks por haber dicho que no, y el boicot de autobuses de Montgomery que lo siguió, son momentos cruciales en el movimiento de derechos civiles.

    Todd Beamer y los pasajeros del vuelo 93 lucharon contra los terroristas del 11 de septiembre. Cuando se dieron cuenta de que el avión había sido incautado por terroristas, dijeron que NO y trabajaron rápida y valientemente para recuperar el control. El vuelo 93 terminó estrellándose en un campo en Pensilvania, pero la valiente resistencia de los pasajeros dio esperanza a Estados Unidos en uno de sus momentos más oscuros. El avión estaba a 20 minutos de vuelo de su presunto objetivo, la Casa Blanca o el Edificio del Capitolio en Washington, D.C. Beamer dijo que no y dio su vida en el intento, oponiéndose a lo que está mal.

    Candy Lightner: Dijo que NO a la conducción en estado de ebriedad. Su hija de 13 años fue asesinada por un reincidente de conducción en estado de ebriedad. Candy Lightner no se quedó de brazos cruzados. Ella dijo que NO y fundó Mothers Against Drunk Driving (MADD) en su casa el 7 de marzo de 1980. Antes de su fundación, habían pocas o ninguna consecuencia legal por conducir intoxicado; su organización cambió las actitudes de muchos sobre la conducción en estado de ebriedad y luchó con éxito por leyes más estrictas en todo el país.

    Lilly Ledbetter: Dijo que NO a la desigualdad salarial. Ella se jubiló de Goodyear después de casi 20 años de trabajar allí, y en 1998 demandó a la empresa por pagarle menos a lo largo de los años que a sus compañeros de trabajo masculinos. La demanda llegó al Tribunal Supremo. Aunque no fallaron a su favor, en el 2009 el Congreso aprobó la Ley de Salario Justo Lilly Ledbetter, cambiando la ley federal para proteger mejor a las mujeres en el lugar de trabajo. Todo porque Ledbetter se atrevió a decir que no.

    Martín Lutero: dijo que NO a las injusticias, manipulaciones y errores de la iglesia en 1517. Este 31 de octubre se celebra el Día de la Reforma y queremos aprovechar para ofrecerles el folleto titulado Un tesoro revelado, que lo pueden descargar de forma gratuita en la sección RECURSOS de esta página web. Allí encontrarán una breve historia de los acontecimientos de la Europa del siglo 16 que cambiaron al mundo. Luego habrían de ser conocidos como la «Reforma» y ocurrieron durante una época de cambios en la cual muchas personas valientes decidieron decir que NO.

    ¿Qué tal si en honor al Día de la Reforma recordamos un poco la historia?

    Lutero luchaba con la frase: «la justicia de Dios», como se encuentra en Romanos 1:17 que dice: «Porque en el evangelio se revela la justicia de Dios, que de principio a fin es por medio de la fe, tal como está escrito: ‘El justo por la fe vivirá’.» Lutero pensaba que la justicia de Dios describía la santidad de un Dios enojado que castiga a los pecadores injustos. Pero Lutero continuó estudiando esas palabras a profundidad y llegó a una nueva comprensión de la justicia de Dios. Así describió su descubrimiento: «la justicia de Dios es aquella por la cual el justo (la persona) vive por un don de Dios, es decir, por fe.»

    Lutero comprendió que el ser justos—o sea, la santidad ante Dios a través del perdón de los pecados—es un regalo que recibimos de Dios a través de la fe. Cuando se dio cuenta de la verdad acerca de este precioso don de Dios para los pecadores, Lutero dijo que se sentía como si se le hubieran abierto las puertas del paraíso. Y decidió decir que NO a la venta del perdón de los pecados que la iglesia ofrecía a través de las llamadas indulgencias, que no eran más que una forma de llenar las arcas del Vaticano.

    En esa época, las personas compraban indulgencias porque la iglesia enseñaba que las buenas obras extras de Cristo y los santos, compradas a cierto precio, podían ser acreditadas a sus cuentas celestiales. Tales transacciones eran confirmadas con un certificado autorizado por el papa, llamado indulgencia. En otras palabras, estaban comprando el perdón de sus pecados, tanto para ellos como para sus seres queridos.

    Lutero seguía diciendo que NO y predicaba sermones advirtiendo contra la compra del perdón. Sin embargo, el pueblo continuaba comprando indulgencias. Entonces Lutero decidió decir que NO de otra forma y compuso una lista de 95 tesis, o declaraciones, contra la venta de indulgencias, y el 31 de octubre de 1517—el día anterior al Día de Todos los Santos—la clavó en la puerta de la Iglesia del Castillo de Wittenberg, con la intención de invitar a los eruditos a discutir sus ideas. Lutero creía que, si las autoridades de la iglesia llegaban a comprender que las indulgencias le daban al pueblo un sentido de falsa seguridad con respecto al perdón de los pecados, dejarían de venderlas.

    Se enviaron copias tras copias, incluso se le envió copia al Papa en Roma, pero los líderes eclesiásticos no dejaron de vender las indulgencias. Las 95 tesis fueron traducidas del latín al alemán, impresas y distribuidas por toda Alemania. Lutero, un monje y profesor del pequeño pueblo de Wittenberg estaba en camino a convertirse en una figura muy conocida no sólo en Alemania sino a través de Europa, por atreverse a decir que no y a seguir diciéndolo.

    Lutero continuó enseñando y predicando sobre el tesoro del Evangelio. Y las autoridades de Roma comenzaron a tomar acciones en su contra. Los lideres religiosos trataron infructuosamente de convencerlo de que dejara de enseñar y escribir. Finalmente, el Papa publicó un decreto contra Lutero y le dio 60 días para retractarse de lo que había dicho. Si no lo hacía, seria condenado por falsas enseñanzas y excomulgado—removido de la comunión de la iglesia. El decreto del Papa describió a Lutero como un «cerdo salvaje» que había invadido la viña de la iglesia.

    Pero Lutero no se retractó. Cuando le pidieron una vez más que se retractara, Lutero dijo que no lo haría, a menos que fuera convencido por la Escritura o la razón de que sus enseñanzas estaban equivocadas. Él seguía diciendo que NO, y lo dijo de esta forma: «A menos que el testimonio de la Escritura o la razón me convenzan (porque no confío ni en el Papa ni en los concilios, dado que es bien sabido que a menudo han errado y se han contradicho), me someto a las Escrituras que he citado y mi conciencia está cautiva de la Palabra de Dios. No puedo revocar nada, porque proceder en contra de la conciencia no es ni justo ni seguro. Esta es mi posición. No puedo actuar de otra forma. Dios me asista. Amén.»

    Lutero fue declarado hereje e ilegal, razones por las cuales se le debía arrestar y matar. Pero igual continuó escribiendo sermones, cartas y panfletos explicando sus enseñanzas y respondiendo a controversias. Compuso himnos celebrando el amor de Dios en Jesucristo, y su traducción de la Biblia al alemán fue publicada en 1534. Lutero dijo que NO y siguió diciendo que no hasta el día de su muerte, luchando contra las mentiras y por la verdad.

    Conclusión

    Luego que Lutero muriera, en uno de sus bolsillos se encontró un trozo de papel con sus últimas palabras escritas: «Esto es cierto. Todos somos mendigos.» A través del estudio de la Biblia, Lutero llegó a comprender que somos justificados—o sea, hechos justos, o santos, delante de Dios—sólo por fe en Jesús. Este es un don, o regalo, inmerecido de la gracia de Dios para nosotros. Todos somos mendigos. No tenemos nada para ofrecer a cambio de tal tesoro—ni indulgencias, ni monedas, ni siquiera nuestros mayores esfuerzos por obedecer los mandamientos de Dios son suficientes para pagar por semejante regalo. La paz con Dios, el perdón de nuestros pecados, la esperanza cierta de la vida eterna—todas estas cosas son un tesoro comprado con la sangre de Jesucristo, quien murió en la cruz y resucitó de la muerte por nosotros.

    Si te encuentras en un momento de tu vida en el cual crees que necesitas decir un fuerte NO, hazlo, toma fuerzas, Dios está contigo. Lutero había esperado encontrar un Dios misericordioso, pero en su estudio de la Biblia aprendió que ese Dios misericordioso lo había encontrado a él.

    Queremos terminar el día de hoy recordándote lo que escribió el Apóstol Pablo en Romanos 12:2: «Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, agradable y perfecto.»

    Atrévete a decir que no cuando sea justo.


Contáctenos