La fe en Dios nos brinda la oportunidad de construir caminos diferentes que nos permiten llegar a nuevos destinos, a la vez que nos hace pensar diferente, para que podamos vivir y relacionarnos de una manera realista y positiva. La Biblia nos anima con las siguientes palabras:
«Y no adopten las costumbres de este mundo, sino transfórmense por medio
de la renovación de su mente, para que comprueben cuál es la voluntad de Dios,
lo que es bueno, agradable y perfecto» (Romanos 12:2).
Dios te invita a poner en práctica hoy las estrategias que te llevarán a un mañana que, además de deseable, estará de acuerdo con Su voluntad. ¿Qué te parece si te acercas a Dios en oración y le pides que te muestre lo que es bueno, agradable y perfecto para tu vida en este nuevo año?
Cuando hablamos bien de una persona, es porque la conocemos y sabemos cómo es y cómo se comporta. Cuando hablamos de Dios, como sus hijos llamados por la voz de Cristo perdonados y santificados para vida eterna, nos llenamos de alegría y damos gracias porque tenemos la certeza que le conocemos. Quien conoce a Dios sólo puede hablar bien de él, porque sabe que todo lo bueno, santo, justo y agradable viene de él. El Salmista dice:
«Grande es el Señor, y digno de suprema alabanza; su grandeza es inescrutable.
Todas las generaciones celebrarán tus obras, y darán a conocer tus grandes proezas.» Salmo 145:3-4
Quizás este sea un buen momento para recordar y agradecer a Dios por todo lo que ha hecho en nuestra vida en el año que termina, y pedirle sabiduría para que los proyectos que iniciemos en el nuevo año estén de acuerdo con su voluntad y reflejen su amor.
Hay maneras y maneras de hablar. Algunos hablan mucho y dicen poco. Otros hablan poco, pero dicen mucho. En la Navidad, Dios nos habla directamente a través de su Hijo, quien refleja el carácter y la esencia del Padre. Jesucristo es el representante de Dios divino y humano a la vez; un puente de carne y hueso, de boca y corazón, tendido entre el cielo y la tierra. La Biblia nos dice:
«… en estos días finales [Dios] nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó
heredero de todo, y mediante el cual hizo el universo.» Hebreos 1:1-2
Hoy te invito a que oigas, mires y recibas lo que él te dice. Unido a Jesús participarás, por gracia, de la herencia y gloria eterna junto a Dios.
Como la luz en un lugar oscuro. Como la lluvia sobre la tierra seca. Como todo lo que refresca, revitaliza y renueva. Así es la gracia de Dios, la gracia que nos revela el infinito amor y buena voluntad del Creador para con nosotros. Esta noche es Nochebuena, una noche diferente: ¡porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación de todos los hombres! Así lo anunció el ángel a los pastores:
«… No teman, que les traigo una buena noticia, que será
para todo el pueblo motivo de mucha alegría. Hoy, en la ciudad de David,
les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor…» Lucas 2:10-11
¿Cómo va a ser tu Navidad? ¿Vas a tener mucho, pero con sabor a nada? La gracia de Dios se ha manifestado en su Hijo, en ese niño preparado desde la eternidad, prometido en el Edén y nacido en Belén. Tu Navidad sólo será una verdadera Navidad si tienes a Jesús, su Palabra, su presencia, su iglesia. No pierdas la oportunidad. Haz que esta Navidad sea una Navidad con gracia.
Suele decirse que ‘las cuentas claras conservan la amistad’. Y es que honrar las deudas es una virtud preciosa. La relación Dios-hombre, que es el vínculo vital de nuestra existencia, fue profundamente afectada por el pecado: donde debía haber armonía, confianza y comunión, pasó a haber temor, ira, vergüenza e indiferencia. Es por ello que el Señor nos dice:
«Vengan ahora, y pongamos las cosas en claro. Si sus pecados son como la grana, se pondrán
blancos como la nieve. Si son rojos como el carmesí, se pondrán blancos como la lana.» Isaías 1:18
Para que nuestro pecado no sea un estorbo en nuestra relación con el Dios santo, él envió a su Hijo perfecto e inocente quien, con su sufrimiento y muerte, pagó nuestra culpa. Jesús vino a este mundo a cargar con aquello que nos destruye. Este es el momento de ir a su encuentro en arrepentimiento y de recibir su perdón.
«El que viene» es alguien muy importante: es el Señor de la vida, el Creador del mundo, el dueño del universo. Sin embargo, su venida no está rodeada de adornos, fiestas y luces, sino de humildad, obediencia y devoción… pues en él reside la gloria de Dios. Muchos años después, al verlo pasar las multitudes gritarían:
¿Cómo te estás preparando para celebrar la Navidad? ¿Estás tan ocupado con todos los preparativos que no tienes tiempo para siquiera pensar en su verdadero significado? Recuerda que en la Navidad celebramos lo que Dios hizo para enviar a su Hijo a restaurar nuestra relación con Él y con nuestros seres queridos. La Biblia nos dice:
«… en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo,
sin tomarles en cuenta sus pecados…» (2 Corintios 5:19).
Hoy te invito a que aproveches estos días que faltan hasta la celebración de la Navidad, para hacer un alto en tu camino y agradecerle a Dios por la reconciliación que hizo posible a través de su hijo Jesucristo, y pedirle que te ayude a vivir en ese espíritu de reconciliación con quienes te rodean.
Cuando Moisés murió, Dios le dijo a Josué que no se apartara de la ley, que meditara en ella día y noche, y que la compartiera. Poco antes de morir, Josué convocó a los líderes de las tribus de Israel y, luego de recordarles todo lo que Dios había hecho por ellos, les dijo:
Hoy te invito a que hagas un inventario de todas las bendiciones que has recibido de Dios a lo largo de tu vida, y si aún no lo has hecho, escojas hoy a quién servir. Dice la Biblia en el Salmo 103:2: «Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí.» (NTV)
La manera en que decidimos conducir nuestra vida nos llevará al éxito o al fracaso, a la alegría o la desdicha. Pero Dios no nos creó para que vivamos en desdicha y angustias, sino con un propósito claro y coherente con su amor por nosotros: para ser bendecidos y de bendición. La Biblia nos enseña lo que debemos hacer para cumplir ese propósito. Nos dice en Deuteronomio 30:19-20:
Pídele a Dios, pídeselo de corazón, que te ayude a elegir siempre la vida que él te ofrece.
Cuando nos enfrentamos con decisiones importantes muchas veces nos sentimos confundidos, con más preguntas que respuestas, con dudas y temores, sin saber qué rumbo tomar. La Biblia nos da el siguiente consejo:
La sabiduría de Dios la tenemos siempre a nuestro alcance. Solamente tenemos que pedírsela a Él través de la oración. De Él, y solamente de Él, viene nuestro socorro y ayuda. Solamente de él vamos a recibir la respuesta que será de bendición para nuestra vida.
Dirígete hoy a Dios en oración y pídele que te de la sabiduría necesaria para las decisiones que tienes que tomar en tu vida. ¡No las tomes sin que Él te dirija!