Cuando Moisés murió, Dios le dijo a Josué que no se apartara de la ley, que meditara en ella día y noche, y que la compartiera. Poco antes de morir, Josué convocó a los líderes de las tribus de Israel y, luego de recordarles todo lo que Dios había hecho por ellos, les dijo:
Hoy te invito a que hagas un inventario de todas las bendiciones que has recibido de Dios a lo largo de tu vida, y si aún no lo has hecho, escojas hoy a quién servir. Dice la Biblia en el Salmo 103:2: «Que todo lo que soy alabe al Señor; que nunca olvide todas las cosas buenas que hace por mí.» (NTV)
La manera en que decidimos conducir nuestra vida nos llevará al éxito o al fracaso, a la alegría o la desdicha. Pero Dios no nos creó para que vivamos en desdicha y angustias, sino con un propósito claro y coherente con su amor por nosotros: para ser bendecidos y de bendición. La Biblia nos enseña lo que debemos hacer para cumplir ese propósito. Nos dice en Deuteronomio 30:19-20:
Pídele a Dios, pídeselo de corazón, que te ayude a elegir siempre la vida que él te ofrece.
Cuando nos enfrentamos con decisiones importantes muchas veces nos sentimos confundidos, con más preguntas que respuestas, con dudas y temores, sin saber qué rumbo tomar. La Biblia nos da el siguiente consejo:
La sabiduría de Dios la tenemos siempre a nuestro alcance. Solamente tenemos que pedírsela a Él través de la oración. De Él, y solamente de Él, viene nuestro socorro y ayuda. Solamente de él vamos a recibir la respuesta que será de bendición para nuestra vida.
Dirígete hoy a Dios en oración y pídele que te de la sabiduría necesaria para las decisiones que tienes que tomar en tu vida. ¡No las tomes sin que Él te dirija!
Cuando el rencor nos lleva a querer tomar las cosas por nuestra cuenta y vengarnos, en vez de buscar la solución divina, lo que estamos haciendo es poniéndonos por encima de Dios. Solamente cuando reconocemos que a pesar de las circunstancias el rencor es un pecado contra Dios, somos movidos a confesarlo y recibimos perdón. El apóstol Pablo nos dice muy claramente en Efesios 4:30:
Cuando guardamos rencor, sentimos que nosotros somos la víctima y lo más probable es que le echemos la culpa a la persona que nos ofendió, o hasta a veces al mismo Dios. Cuántas veces hemos dicho o pensado: «¿Dónde estaba Dios cuando me sucedió esto?», o «¿Por qué permitió Dios que me pasara esto a mí?»
Como con tantas otras cosas, en el caso del rencor más vale prevenir que curar. Para ello, la propuesta es buscar la paz y la santidad en la vida. Como nos dice la Palabra de Dios:
Cuando sentimos rencor por algún mal que se nos ha hecho, es muy común que queramos vengarnos. Pero si lo hacemos, lo más probable es que compliquemos más las cosas. La Biblia nos dice:
Dios no se hará cargo de la situación hasta tanto la dejemos en sus manos, y no podemos esperar tener nosotros la solución que solamente un Dios soberano puede llevar a cabo. Así es que:
Por más que la sociedad opine diferente, tener éxito en la vida no significa tener mucho dinero ni ser famoso. Nadie es exitoso simplemente porque le va bien en los negocios o en su profesión.
El apóstol Pablo escribió: «… estimo todo como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor» (Filipenses 3:8). Es que las bendiciones temporales pierden su brillo cuando nos encontramos con Aquél que bendice. Escuchemos lo que Jesús nos dice:
Hoy te invito a que evalúes las cosas que buscas en tu vida, para asegurarte que tus prioridades están de acuerdo con las prioridades de Dios.
En la Biblia, Dios estableció un modelo de excelencia para mostrarnos que se puede vivir una vida distinta: una vida de excelencia. Para ello nos dio el poder de su Palabra y la guía, enseñanza y consuelo de su Espíritu Santo.
Cuando la excelencia es un compromiso constante en nuestro camino, impactamos y atraemos a quienes nos rodean, haciendo realidad las palabras de Jesús en Mateo 5:16 que dice:
¿Es suficiente la luz que alumbras para que quienes te observan den gloria a Dios?
Si bien las cosas espirituales son las más importantes, no es menos cierto que Dios espera que cuidemos no solamente de nuestro espíritu, sino también del alma y cuerpo que nos ha dado. Pero, aún así, no debemos descuidar el tiempo que debemos dedicar a la familia, al estudio y trabajo, a las relaciones sociales, el descanso, etc., porque aunque «no somos del mundo», como dijo Jesús, sí estamos en el mundo.
Escucha lo que nos dice la Biblia al respecto, a través de las palabras del Rey Salomón en Eclesiastés 3:1:
Te invito a que, en oración, le pidas a Dios que te muestre los cambios que necesitas hacer para que tu vida tenga equilibrio, y luego te ayude a concretarlos.
¡Qué fácil es echarle la culpa al otro cuando algo no sale bien, en vez de asumir nuestra parte de responsabilidad y juntos buscar una solución que aporte paz y bienestar! Sin embargo, no tiene por qué ser así. Escuchemos lo que nos dice la Palabra de Dios en Proverbios 10:12:
Dios demostró que «el amor cubre todas las faltas» cuando, en su gran amor, envió a su hijo Jesucristo a morir por nosotros para que su sangre cubriera todas nuestras faltas y pudiéramos ser reconciliados como hijos suyos.
Te invito a que le pidas a Dios en oración que te ayude a cubrir de amor las faltas de quienes te rodean.