Las expectativas y exigencias que tanto nosotros como la sociedad que nos rodea ponemos en nuestras vidas, muchas veces llegan a ser abrumadoras. Parece que cada vez tenemos que hacer más y más: trabajar más, producir más, tener más títulos para ganar más dinero y comprar más cosas… la lista es interminable.
En vez de siempre exigir y esperar más de la vida, la propuesta de hoy es ser agradecidos por lo que somos, tenemos y podemos dar, como nos animan las siguientes palabras bíblicas:
Son muchas las cosas que pueden llevarnos a creer que somos inferiores que los demás. Ya sea porque hablamos con acento, o somos calvos, o no tenemos dinero, o estamos pasados de peso, o nuestra piel es demasiado oscura…
Pero, en realidad, todo tiene que ver con la forma en que percibimos e interpretamos la realidad en que vivimos. En otras palabras, lo que nos dice esa vocecita que tenemos dentro de la cabeza.
Sin embargo, hay otra voz que nos dice bien fuerte y claro lo que realmente somos:
Cuando se vive en una tierra ajena y no se sabe hablar el mismo idioma; cuando se tiene menos educación o recursos que la mayoría de la sociedad o cuando se sufre de una baja estima y dificultades para establecer relaciones sociales estables, es común sentirse inferior.
Cuando eso te suceda, te invitamos a recordar las palabras de quien cree totalmente en ti:
A los padres nos corresponde encontrar el equilibrio en los halagos que hacemos a nuestros hijos, de tal forma que sean suficientes para que estén seguros de nuestro amor y apreciación, pero a la vez que no les hagan creer que son más de lo que en realidad son. En otras palabras, debemos ser padres con los pies en la tierra.
O como bien lo dice un Proverbio bíblico muy conocido:
Hay veces en que a los padres nos resulta fácil confundir autoridad con autoritarismo. Pero las diferencias entre uno y otro son muy claras:
– La autoridad establece límites con consecuencias claras que ayudan al niño a sentirse seguro.
– El autoritarismo impone la voluntad de quien tiene el poder y generalmente provoca una reacción adversa.
La Biblia también tiene algo para decirnos con respecto a la educación de nuestros hijos. En la carta a los Efesios, el apóstol Pablo escribe:
En general, los padres nos esforzamos por hacer lo mejor para que nuestros hijos se conviertan en adultos felices y miembros productivos y contribuyentes de la sociedad. Pero no siempre lo logramos. La forma en que fuimos criados, las culpas y cicatrices que acarreamos, el ambiente en que vivimos, todo esto muchas veces se interpone.
Si te sientes desanimado o has perdido la fe en ti mismo, te invitamos a que meditas en las siguientes palabras escritas por el apóstol Juan:
¿Cuánto sientes que «perteneces» al lugar donde vives? ¿Qué cosas hacen difícil tu integración total a la sociedad que te rodea? Muchas veces nos llenamos de excusas… esperamos que las cosas sean distintas, que los demás vengan a nosotros, que suceda tal o cual cosa… y no hacemos ningún esfuerzo por ser nosotros quienes demos el primer paso.
Si crees que quizás te encuentres en esa posición, te invitamos a que las siguientes palabras de la Biblia te sirvan de aliento:
Se dice que «partir» es morir un poco. Quienes hemos dejado nuestro país de origen y hemos venido a vivir a una tierra nueva sabemos bien lo que eso significa, pues una parte nuestra ha quedado, y quedará siempre, en el país que nos vio nacer.
Si te sientes dividido, si sientes como que te falta esa parte que quedó en tu país natal, quizás las siguientes palabras de la Biblia te ayuden a ver las cosas de una manera diferente:
Aprender a vivir en una sociedad y cultura diferentes no es nada fácil. Los esfuerzos que hay que hacer para integrarse a un ambiente nuevo, muy rápidamente pueden superarnos.
Si te sientes abrumado, te invitamos a que recuerdes las siguientes palabras del apóstol Pablo:
¿Es posible vivir sin tanto estrés? ¿Es posible mantener la calma cuando las obligaciones nos sobrepasan, cuando el dinero no alcanza para pagar todas las cuentas, cuando el tiempo se nos escapa de las manos, cuando la salud nos falla, cuando las cosas no salen como teníamos planeado, cuando no conseguimos trabajo, cuando… cuando… cuando…?
¡Claro que sí! Es posible porque no estamos solos. Al contrario, tenemos a Alguien que está siempre dispuesto a venir en nuestra ayuda, como nos lo recuerda las palabras del Salmo 121: