Cada día nos presenta nuevos desafíos, que muchas veces no son agradables. Las agresiones, especialmente las verbales, las quejas y las críticas, son parte de la vida diaria de nuestra sociedad. Es por ello que, para contrarrestar toda esa negatividad, el apóstol Pablo nos dice en Colosenses 4:6:
La propuesta para hoy es que hagas una lista de las cosas buenas de tu pareja, le escribas una carta agradeciéndole por ellas, se la des cuando llegue a casa y luego que la lea le invites a agradecer juntos a Dios en oración por las bendiciones que Él ha derramado sobre ustedes.
En lo profundo de su corazón, la mujer desea y espera que su esposo sea el líder espiritual de su hogar. En otras palabras, que sea como un «paraguas» espiritual bajo el cual ella y los niños se encuentran seguros. La Biblia hace referencia a ese hombre en el Salmo 1, donde nos dice:
Hoy te invito a que te acerques a Dios en oración y le pidas que te ayude a guiar a tu familia al perdón y al amor de su hijo Jesucristo, para que juntos puedan deleitarse en Él y dar mucho fruto.
Amar incondicionalmente a nuestra pareja significa hacerle saber que estaremos a su lado en salud y enfermedad, en riqueza y en pobreza, en tiempos buenos y en tiempos malos. En toda circunstancia nos regocijaremos en la pareja con la cual Dios nos ha bendecido, pues el Dios soberano es nuestra fortaleza y alegría.
Como dice el profeta Habacuc en el capítulo 3:17-18:
Si aún no lo has hecho, la propuesta que tengo para ti hoy es que le digas a tu pareja que le amas incondicionalmente.
El rey Salomón sabía que el camino al corazón de la mujer era a través de las palabras. Es por ello que, cuando las palabras de su amada le muestran que ella no se cree más que una flor común y corriente entre muchas otras, él le hace ver que para él ella es especial.
Así lo muestra el diálogo relatado en el libro de Cantares 2:1-2:
Al principio de los tiempos, cuando creó los cielos y la tierra y todo lo que hay en ellos, Dios vio que algo no estaba bien e hizo algo para remediarlo. Mira lo que nos dice la Biblia en el libro del Génesis 2:18-22:
El plan eterno de Dios estaba en marcha. La primera pareja del mundo había sido creada… a imagen y semejanza de su Creador. Imagen que todavía hoy tú y yo llevamos y transmitimos. De ti depende la imagen que tus descendientes, y quienes te rodean, van a tener de tu Dios.
Si queremos tener la paz de Dios en nuestro corazón, debemos recordarnos constantemente que todas las cosas están bajo su control. Así como Dios nos ha guiado y ayudado en el pasado, también lo hará en el presente y el futuro a través de la guía y el consuelo de su Espíritu Santo.
El apóstol Pablo nos alienta con las siguientes palabras en Colosenses 3:15:
La invitación de hoy para ti es a que dejes de depender de tus propios esfuerzos y a que confíes tu vida a Aquél que dio su vida por ti.
¿Es posible tener paz ante tanta violencia, ante tanto odio, desastres naturales y enfermedades? ¿Es posible vivir en paz cuando la honestidad, cuando la lealtad y el amor duradero ya casi no existen?
La Palabra de Dios en el Salmo 34:14:
La paz es posible porque Dios así lo ha prometido. Las soluciones de paz que ofrece el mundo cambian según las circunstancias. Pero la paz que Dios da es eterna. Al hacernos hijos suyos a través del sacrificio de su hijo Jesucristo, Dios nos quita toda culpa y nos da paz verdadera. Vive, vive pues, en la paz que solamente Dios puede dar.
La violencia vive en el corazón herido y confundido, y solamente necesita una pequeña provocación para estallar, vertiendo su frustración sobre quienes tiene cerca. Lamentablemente, cuanto más violentos son los padres, más violentos son también los hijos.
En medio de nuestro dolor, nuestra confusión y violencia, Jesucristo nos dice en Juan 14:27:
Hagamos una sincera declaración de arrepentimiento por el mal que existe en nosotros, y pidámosle a Dios que renueve nuestro corazón y que lo llene de la paz que sobrepasa todo entendimiento.
La vida está llena de idas y venidas. No siempre logramos lo que queremos tan pronto como nos lo proponemos. A veces debemos hacer un alto en el camino, dar marcha atrás, o incluso cambiar de rumbo para poder llegar a la meta propuesta. Dios, quien en su infinita sabiduría ya lo sabía, nos alienta diciéndonos:
Hoy te invito a que fijes tu mirada en Jesús, el único que puede guiar tus pasos por el camino correcto.
Algunas de las cosas que más frecuentemente tratamos de cambiar, pero en las que más fracasamos, tienen que ver con los hábitos que afectan nuestra salud: fumar, beber, comer o beber en exceso, llevar una vida sedentaria. Total, nos decimos, mi cuerpo es mi cuerpo y puedo hacer con él lo que yo quiera. Sin embargo, Dios no piensa lo mismo. Escuchemos lo que nos dice la Biblia:
¿De qué manera puedes comenzar hoy a darle gloria a Dios con tu cuerpo y espíritu?