La compasión mira más allá de las imperfecciones y necesidades del otro para ver su dolor y sufrimiento. Es más que un sentimiento; es la expresión activa del amor que Dios nos ha mostrado. Jesús, el Buen Pastor, sintió compasión por las multitudes desorientadas y actuó para aliviar su sufrimiento. En Mateo 9 leemos:
«Al ver las multitudes, Jesús tuvo compasión de ellas porque estaban desamparadas y dispersas, como ovejas que no tienen pastor» (Mateo 9:36)
Propongámonos hoy que la compasión no sólo resida en nuestras emociones, sino que se manifieste en acciones que alivien el sufrimiento y apunten hacia el Dios compasivo que amamos. En un mundo lleno de dolor y desesperación, reflejemos la compasión de Cristo.
		        Nuestro carácter afecta cada cosa que hacemos e impacta cada relación que tenemos. Mejorarlo es un desafío constante, pero es un aspecto crucial para vivir una vida plena y significativa.
La Biblia nos proporciona valiosos consejos que nos inspiran y guían en nuestro camino hacia la mejora de nuestro carácter. Proverbios 22:1 nos dice:
«Vale más la buena fama que las muchas riquezas, y la buena reputación más que la plata y el oro» (Proverbios 22:1 NVI)
En otras palabras, es más importante ser personas íntegras y de buen carácter y reputación, que ser ricos o famosos. Nada se consigue de la noche a la mañana. Mejorar nuestro carácter es un proceso continuo que requiere dedicación y esfuerzo, pero sobre todo humildad para pedir la ayuda de Dios.
		        Ser el padre que tus hijos necesitan es un desafío constante, pero también es una bendición y una responsabilidad. La Biblia nos proporciona sabiduría y guía en nuestro papel como padres, alentándonos a criar a nuestros hijos de una manera que honre a Dios. Escuchemos lo que nos dice en Efesios 6:4:
«Padres, no hagan enojar a sus hijos con la forma en que los tratan. Más bien, críenlos con la disciplina e instrucción que proviene del Señor» (Efesios 6:4 NTV)
Ser un buen padre significa disciplinar a nuestros hijos en amor, enseñarles el camino del Señor desde pequeños y amarlos incondicionalmente. Si confiamos en Dios y seguimos estos principios en nuestra tarea de padres, marcaremos una diferencia en la vida de nuestros hijos y los prepararemos para que sean personas de bien y temerosas de Dios.
		        A veces nos encontramos con personas que son groseras, egoístas, carentes de compasión y llenas de envidia o rencor. Es que las malas actitudes son una triste realidad que enfrentamos a diario y que pueden afectar nuestra vida y las relaciones con nuestro prójimo.
La Palabra de Dios nos dice en Proverbios 15:1:
«La respuesta amable calma el enojo; la respuesta grosera lo enciende más» (Proverbios 15:1 TLA)
Las malas actitudes son dañinas tanto para nosotros como para los que nos rodean, porque siempre tienen un impacto negativo. Pero si somos amables y considerados, podemos ayudar a calmar las situaciones difíciles y promover la armonía. Propongámonos hoy seguir el ejemplo de Jesús y cambiar nuestras actitudes negativas, para así ser una influencia positiva en el mundo.
		        La bondad se manifiesta en la generosidad, la compasión, la amabilidad, el perdón y el respeto hacia los demás. No es fácil practicar la bondad en todas las circunstancias y situaciones de la vida, pero es necesario y posible.
La Biblia resalta la importancia de la bondad cuando nos dice en Efesios 4:32a:
«Más bien, sean bondadosos y compasivos unos con otros…» (Efesios 4:32a NVI)
Dios espera que practiquemos la bondad no sólo implica tratando a los demás con amabilidad, sino también mostrándoles compasión y perdonando cuando sea necesario. Porque al hacerlo no solo impactamos positivamente sus vidas, sino que también cosechamos bendiciones en nuestras propias vidas. Busquemos hoy oportunidades para tratar con bondad a quienes nos rodean.
		        En un mundo cada vez más individualista y centrado en uno mismo, la insensibilidad se ha vuelto una característica preocupante de nuestra sociedad. La insensibilidad es un rasgo que muestra falta de empatía hacia los sentimientos y sufrimientos de los demás.
La Biblia nos dice en Proverbios 21:13
«Quien cierra sus oídos al clamor del pobre llorará también sin que nadie le responda» (Proverbios 21:13 NVI)
Es que Dios condena la insensibilidad hacia aquellos que están pasando necesidad y nos insta a ser compasivos y a ayudarles. Seamos sensibles a las necesidades del prójimo y brindémosle ayuda y apoyo, buscando el bienestar de los demás y practicando el amor y la compasión en todo momento.
		        La calumnia es el acto de difamar y difundir información falsa sobre alguien con el propósito de dañar su reputación. Es un comportamiento destructivo que puede causar un gran daño emocional y social a las personas afectadas. ¡Cuán fácil es hablar mal del otro para quedar bien uno! Sin embargo, el hacerlo va en contra lo que significa amar a nuestro prójimo.
En Proverbios 21:23 leemos:
«Quien tiene cuidado de lo que dice nunca se mete en problemas» (Proverbios 21:23 TLA)
Estas palabras de la Biblia nos animan a cuidar nuestras palabras y a ser conscientes del impacto que pueden tener en los demás. Entonces, en vez de participar de una calumnia, hoy te invito a que te esfuerces por ser compasivo, amable y justo en el trato con todas las personas.
		        El amor de madre es un amor inigualable, excepcional y desinteresado. Es un amor que se entrega sin medida, se sacrifica sin pensarlo dos veces y se renueva día a día. Es un amor que surge desde lo más profundo del corazón y se extiende a través de los actos de cuidado, dedicación y protección. El amor de madre es una manifestación del amor de Dios en nuestras vidas, como leemos en Isaías 66:13, donde Dios nos dice:
«Como madre que consuela a su hijo,
así yo los consolaré a ustedes» (Isaías 66:13 NVI).
Reconozcamos y valoremos el amor de nuestras madres, y agradezcamos hoy a Dios por su presencia en nuestras vidas.
		        El dominio propio es una cualidad que nos permite controlar nuestras acciones, emociones y pensamientos. Quienes carecen de dominio propio son como una ciudad vulnerable y expuesta a todo tipo de peligros. La Biblia lo dice de esta manera en Proverbios 25:28:
«Una persona sin control propio es como una ciudad con las murallas destruidas» (Proverbios 25:28 NTV)
El dominio propio nos ayuda a vivir una vida equilibrada y en armonía con nuestro prójimo. Nos permite tomar decisiones sabias, controlar nuestras emociones y resistir las tentaciones. En definitiva, el dominio propio nos acerca cada vez a la plenitud de la estatura de Cristo.
		        ¿Qué cosas te preocupan, quitándote el sueño o la tranquilidad? Las preocupaciones son una lucha común en la vida cotidiana. Pero, ¿acaso logramos algo con preocuparnos? Escuchemos lo que Jesús nos dice en Mateo 6:27 sobre cómo lidiar con las preocupaciones:
«¿Acaso con todas sus preocupaciones pueden añadir un solo momento a su vida?» (Mateo 6:27 NTV)
El preocuparnos no nos lleva a ningún lado. Al contrario, nos quita la paz y la capacidad de disfrutar de la vida. En lugar de permitir que las preocupaciones gobiernen nuestra vida, Dios nos invita a confiar en Él, recordándonos que Él siempre cuida de nosotros. Entreguemos nuestras preocupaciones a Dios. Después de todo, solo Él tiene el control de todas las cosas, y solo Él puede darnos esa paz que trasciende todo entendimiento.